Si me preguntasen que opino de mi padre, pues primero comenzaría
con un silencio ensordecedor, luego titubearía, y luego diría que es un hombre
a quien aprecio mucho pero no veo como figura de autoridad paterna, lo veo como
mi amigo!
Mi papá, de quien herede 3 cosas, mi primer nombre, mi carácter
dual (amiguero y belicoso) y por último mis rasgos alcohólicos. Y es que mi papá
no colaboro mucho en mi crianza, creo que como abuelo, es el mejor, se dedica a
ayudarlos a hacer sus tareas, los saca a dar una vuelta, los lleva a jugar con
la pelota al parque, los alimenta, los baña, los viste, en resumidas cuentas,
como abuelo, se ha comportado como el mejor padre, lástima que cuando éramos pequeños,
fuese una figura distante, cuando nacimos Rosa y yo, mi papá aun no ingresaba a
la policía, trabajaba de chofer en el bus de mi abuelo, con quien su relación podría
definirse como de padre e hijo, y es que para ser el yerno, mi abuelo ha
llegado a confiar y apoyarse en él como si fuese su propio hijo, como resultado
del desapego familiar de mis tíos.
Mi papá, Gilberto Carlos Cáceres Cáceres, proviene de una
familia numerosa, mi abuela paterna, tuvo tres “compromisos” en su vida, el
último con Santos Ángeles Cruz, padre de mis cuatro últimos tíos paternos, y al
único que nosotros conocemos como abuelo paterno, sin vinculo sanguíneo, pero
con un lazo increíblemente fuerte, para nosotros él siempre será nuestro
abuelito Santos. En fin, para hacer la historia corta, mi papá nunca conoció a
su padre biológico, el se desentendió de ello cuando era muy pequeño, supongo
que la historia se repitió a medias, aunque él no nos abandono, nunca
represento una verdadera figura paterna. Su trato siempre fue rudo, exigente y hasta
carcelario, supongo que de allí, mi adolescencia en claustro jajaja. Su problema con el alcohol ha ocasionado innumerables
momentos bochornosos, y hasta accidentes, mi mamá lo boto de la casa un par de
veces, pero luego regresaron, en los últimos años, con cierto altibajos, la situación
se avizora tranquila. Con el tiempo,
para ser más especifico a los 16 años dejé de llamarlo papá y le comencé
a decir Cáceres o negro. Y desde
entonces nos hemos tratado horizontalmente. Y más aún desde que vivo con mi
gordis y sólo los visito los fines de semana.
A los 21 años salí del closet como sólo yo podría hacerlo,
de manera frontal y hasta heroica jaja, reuní
a mi mamá y a mi papá, y de porrazo les dije, saben algo: “A mí las chicas no
me gustan, es más hace un año salgo con
un hombre, mayor que yo, y con quien he decidido pasar mi vida”, luego tome una
bocanada de aire y continúe: “Como afectará esto nuestra relación? Me tengo que
ir de la casa?”, mi mamá lloro, mi papá le tomo la mano, en ese momento pensé que
mi papá me iba a moler a golpes, y él me dijo: “es una vida difícil, lo que
menos quiero es que te lastimen” yo lo mire a los ojos y le dije: “me han
criado para no dejarme pisar el poncho, así que estaré bien”, se levanto del
sofá me abrazo y me dijo: te quiero” y saben algo es la primera vez que sentí que
tenía uno de esos padres que te enseñan a manejar bicicleta, que te llevan a
jugar pelota, que te dicen frente a sus amigos: “mira allí está mi campeón”. Supongo
que desde ese momento, nuestra relación se reestructuro, ahora hablamos de
todo, de la vida, de la casa. Al principio dudo en conocer a mi pareja, por
otro lado mi madre y mis hermanas, me dijeron que lo querían conocer ya mismo
jajaja, la curiosidad fue satisfecha en una cena con mis hermanas y mi mamá en
el Pardo’s Chicken de Megaplaza, un mes después de haberles dicho que tenia
novio, en ese entonces hasta sonaba gracioso y extraño el decir en voz alta, mi
novio, ahora es algo tan normal, como respirar. Desde ese entonces mi mamá le
dice hijo a mi gordis, y mis hermanas confabulan salidas y borracheras con mi
gordis, lo que me hace tener una sensación seguridad que ni Humala y su viejo
cascarrabias podría quebrar. En fin, a los tres meses mi hermana organizo una
pollada en casa de mis abuelos, pues su suegra se iba a operar, así que le dije
que iríamos los dos (mi gordis y yo) a colaborar, y allí, a las 9pm, llego mi
padre uniformado, en el patrullero, con su Alferes a colaborar con 10 polladas
las que llevarían de regreso a la comisaria, César estaba sentado cerca a mí,
debo confesar que se puso nervioso al ver a mi papá, el se acerco con paso
sereno, nos pusimos de pies (creo que por si las moscas jajaja), el me dio un
abrazo, le estrecho la mano a César como si lo conociese de muchos años y dijo:
“supongo que tu eres César, bienvenido a la casa”, y luego volteo a mirarme y
me dijo aun ;as sereno: “tráete un par de heladas pes”, yo solo sonreí, y fui a traer las dos cervezas. Desde
entonces, césar visita mi casa, y cuando por alguna razón no va, mi padre me
pregunta: “Y César?, por qué no ah venido?, no se han peleado, no?” jajaja yo
solo sonrió y le digo se fue donde sus tíos o viene mas tarde y de allí nos
disponemos a comer, ya que todas las reuniones en la casa de mis padres y
abuelos están llenas de comida y trago.
Ahora a casi 8 años de haberme mudado con mi Gordis, puedo
decir que nuestra relación es increíble, el que mi papá haya arrojado todos sus
conceptos machistas y homofóbicos y venga a visitarnos y se tome un trago con
mi gordis.
Los domingos la paso en la casa de mis padres, a veces voy
solo pues César va a visitar a su tía en Bocanegra - Callao, y salimos al cine
con mi mamá, a veces me siento un niño pequeño cuando salimos los tres, y nos
paramos delante de los carteles del cine, tratando de decidir cual película veremos,
y si el horario es el adecuado, o que haremos antes de la película o después de
ella, y de allí, compramos canchita, gaseosas, chocolates, y los tres nos
sentamos, y comenzamos a murmurar durante la película, luego a cenar o a dar
una vuelta. O simplemente nos
atrincheramos en la sala, preparamos canchita, compramos chocolates, galletas,
helado y gaseosas y disfrutamos una maratón de videos, o una película mejicana
del año del rey ñango, ye intercambiamos ideas con ajos y cebollas, y
descorchamos un vino (bueno 2, 3 y hasta 4) y luego me embarca en un taxi y se
despide con un abrazo y me dice saludos a César.
Si bien mi papá nunca fue un ejemplo de paternidad, hoy en día
podría asegurar, que mi papi me quiere y me mima.
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