Nadie puede negar la diferencia radical de estos dos
conceptos. Y es que el primero sin lugar a dudas tiene una carga emocional y
aun cuando físicamente refieran a lo
mismo: coqueteo, caricias, besos y penetración, son distintos.
Hacer el amor esta a un nivel superior que trasciende el
reconocimiento epitelial del otro para ser parte del otro, en una manifestación
física de lo que los une. A decir verdad me gusta hacer el amor, me gusta esa
agresividad tierna que se deja entrever en las caricias de mi gordis, el que
sus dedos se entrelacen con los míos, en su voz diciendo te amo, o respondiendo
al te amo que yo suspire antes. Pero
tampoco me voy a hacer el cojudo y decir que no me encanta tener sexo, esa
parte lasciva de mi ser que a veces se apodera mi todo, de mi personalidad múltiple
de mi complejidad a veces estúpida. Y es que como diría mi amiga “la Xica”, a
veces se me sale el hombre y la confundo jajaja, es que tengo que confesar que
siempre he sido bastante tosco, como se decía en mi casa yo soy “el de los
mimos toscos”, agarrar con fuerza a mi
gordis, el imbuirnos en ese juego de dominación dentro de nuestra relación fue
un proceso, ahora forma parte de nuestro actuar
diario, el que me arrincone en la cocina y me besuque todo y me “manosee” a su antojo, simplemente me encanta…yo hago
lo mismo jajaja. Creo que hemos llegado
al silencioso mutuo acurdo de jugar al desentendido, al que se hace de rogar un
poco, aun cuando nos morimos por quitarnos la ropa y darle rienda suelta a
nuestros deseos.
Supongo que la sexualidad del hombre es menos complejo que
la de la mujer, a nosotros se nos “para” hasta con el aire jajaja, el tiempo de
respuesta sexual así como el del proceso para llegar a un orgasmo es más corto
que el de una mujer (según me han comentado mis amigas, pues en esa área no
tengo conocimiento empírico alguno). Y es lo bueno de ser gay, somos dos
hombres que siempre tenemos ganas de hacerlo.
Ambos hemos tenido un pasado, y como decía “Cantiflas”del
tiempo pasado y olvidado, y ambos sabemos lo vacío que se siente tener sexo. Y
es que un polvo lo tienes con cualquiera, como escuche en una película Mexicana:
“Mal vestida, mal comida y mal cachada, no estás así que de qué te quejas?” y
bueno obvio, la chica se quejaba pues no era amada. Y es que te puedes cruzar
con un súper semental, el “papiriqui” del barrio, o a “un hombre llamado burro”
jajaja, pero si no te ama, igual uno se siente mal aunque llegue a tener un
orgasmo explosivo y la sonrisa se te tiemple como cuerda de guitarra al punto
que tú mismo podrías morderte ambas orejas al mismo tiempo. Por experiencia
propia sé que el tener sexo es más que rico, esa sensación de novedad, de
excitación, de morbo, de ligereza en los compromisos, te infla el ego y este
sale disparado hasta Saturno, da un par
de vueltas por los anillos y regresa a su miserable condición, el de la culpa y
el vacío. No hay más chiste en tener sexo con un extraño o con un amigo con
derecho, más que el orgasmo que puedas tener (u orgasmos – “el que puede, puede pues”). Pero después calabaza, calabaza, yo me voy para el norte y tú para
el sur, la pase bien, pero allí quedó. Ósea
hello! Ya pase por eso, y ni más.
Y es que tener sexo es como un pajazo pero acompañado,
terminas, te aseas y vuelves a tu rutina diaria. No quiero decir que tener sexo
no sea bueno, pues a nivel “académico” si lo es jajaja, se aprende cada cosa
jajaja. Y al fin de cuentas cada quien
hace con su cuerpo lo que desea, la cosa es saber con quién, y si no sabes,
pues mejor toma medidas extremas de protección.
Si voy a tener sexo rudo, dominante, sudoroso, lascivo e
inundado de palabras “sucias”, pues lo tendré con mi gordis, pues al final del “viajecito”,
nos miraremos a los ojos y nos diremos, te amo...sonreiremos nos acurrucaremos
y luego lo miraré y le diré: “otro?!”
Yo prefiero hacer el amor…y tú?
Comentarios
Publicar un comentario