Conforme pasa el tiempo, la juventud y sus arrebatos pasan a un segundo plano, la seguridad socio-emocional que te puede brindar el tener una pareja estable puede resultar en el mejor antidepresivo y el mejor vigorizante sexual, atrás quedaron los años de sexo en grupo, que aún cuando fueron exhuberantemente placenteros, nada iguala a la felicidad plena, segura y sin culpa que puedo llegar a tener con mi gordo bello.
Pero al momento de buscar pareja uno tiene que considerar no solo la armonía interna del psique y del corazón, para encontrar al indicado. Sé que todos los chicos rosa (me incluiré pues a veces soy fluorescentemente rosa jajaja) siempre hemos esperado por el príncipe encantado, ese de cuento de hadas, por el cual la ropa interior se rueda hasta los tobillos con una sola mirada suya cargada de deseo, pero cuántos de nosotros ha conocido al supuesto príncipe encantado, que resulto ser un sapo con corona, capa y una espadita insignificante, además de que su cráneo es como un globo lleno de helio, que lo hace alucinar sin parar. Por eso he llegado a pensar que los príncipes están bien para los cuentos de Disney pero no para mi casa, ni para mi cama, ni mucho menos para mi vida. Ya que ellos solo saben de fiesta, de moda, pero de hacer una vida juntos naca la piriñaca. Son sólo gays en la disco y con sus amigos, pero con el resto del mundo buses!
En esta vida que a veces he visto oscilar entre una pesadilla y una tarde en la pradera de los Ingalls, he conocido príncipes que se vuelven princesas si mueves la mano correctamente jajaja, y también he conocido a leñadores, esos que son fuertes y aguerridos, que te rescatan de las cojudeces y de los peligros de esta ciudad mezquina y homofóbica y te besan sólo cuando la ciudad duerme, y te tocan cuando nadie los ve, como recita Alejandro Sanz, y en la oscuridad pueden ser los mejores amantes-amigos-compiles-camaradas, pueden llegar a ser el centro de tu vida, pero sólo en tu cuarto, al salir el sol sólo se comunican por teléfono o mensaje de texto, y jamás te presentan a sus amistades, pues viven en el closet y aun cuando no conciben la idea de estar con una chica, preferirían morir ahogados con el vómito que se asoma en sus gargantas antes de admitir que son gays. Te quieren sólo para ellos, a veces te separan de tus amigos y cuando se aburren se van y te dejan aislado, caminando solo en esta ciudad fría y hostil!
Y también me he cruzado con lobos, en esos paseos pintorescos al estilo caperucita roja suburbana, que se contonea y los mira con más ferocidad que ellos a ella…y a decir verdad, los prefiero a ellos, en lugar de a un príncipe o a un leñador, el lobo te mira atentamente, como saboreándote con la vista, te oye con atención y siempre tiene en cuenta lo que piensas, lo que sientes, lo que anhelas, y se relame pues no aguanta el saberte tan cerca y tan lejos de sus manos, por eso te toca sin reparo alguno no importa el lugar o el público, él sabe lo quién es, qué es, lo que quiere ser y obviamente lo que siente por ti, y está convencido de que te ama y que quiere pasar el resto de su vida contigo, por tanto te lo demuestra.
En mi experiencia, es el lobo quién tiene los huevos bien puestos como ser abiertamente gay en una ciudad que te latiguea con la prensa escrita y la televisión, y cuyo credo te denigra. Que vivan los lobos feroces, pues este mundo de horquetas, antorchas y fanáticos mata-cabros (algunos son marica-terrukas en negación), solo los lobos feroces pueden hacernos sentir seguros.
Who’s afraid of the big bad wolf? Certainly, not me…it’ll never be me!
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