Debo aclarar que no soy un usuario regular del
Metropolitano, aun así en las 3 veces que he hecho uso de este servicio de transporte
he tenido experiencias que bien podría catalogarse como graciosas-sexy-excitantes.

Luego de esa experiencia, utilice el servicio de transporte
por segunda vez, esta vez lo aborde en la estación El Milagro, cerca de la casa
de mis abuelos en San Martin de Porres con dirección a Chorrillos a visitar a
mis tías. Había recorrido la mitad del
camino y el bus había hecho su parada obligatoria en la estación Tacna, allí se
sube un sujeto de apariencia atlética (un cholo power en el argot popular) más
o menos alto con un polo sin mangas que dejaban a vista y paciencia sus brazos
fuertes y tostados por el sol, y llevaba en su mano uno de esos cascos plásticos
utilizados por los trabajadores de construcción civil.
Pero, no es hasta mi tercera vez como usuario del
Metropolitano que lo catalogo como punto de cruising. Esta vez emprendí un viaje desde el Ovalo
Balta hasta la estación el Milagro, ya que iría a visitar a mi mamá y a mis
abuelos. Afortunadamente por ser medio día el bus estaba casi vacío, sólo
algunos asientos habían sido ocupados, ls otros revelaban una angustiante
soledad, así que con todos los espacios libres decidí sentarme en la parte
posterior del bus, me desparrame en los asientos y dirigí mi mirada a
deleitarse con el paisaje urbano, cuando este se detuvo en la estación 28 de
julio, subió un grupo de 4 chicas que se sentó cerca de la puerta, una pareja
de adultos mayores que recorrieron el pasadizo con paso de procesión de los
milagros y llegaron a salvo reguardo a sentarse en los asientos reservados. Y también
subió un hombre con terno negro y una corbata de un amarillo demasiado
chillante, la cual resaltaba a legua sobre su camisa también negra (en caso de
una eventual emergencia mecánica bien hubiésemos podido utilizar su corbata
para dirigir el transito), miró a ambos
lados del bus como cuando uno cruza la pista y decide sentarse a mi lado derecho
habiendo tantos lugares desocupados, abre el libro que estaba leyendo y yo
retome a mirar por la ventana.
Llegamos hasta la estación central, y es allí donde el
comienza a rozar su pierna sobre la mia, yo supuse que había sido accidental,
por lo que no le di importancia, pero al poco rato el pone sus mano izquierda sobre
su rodilla y la desliza disimuladamente sobre su pierna y toca con el reverso
de su mano mi pierna, la situación cambio, advertí otras intenciones, así que clave mis ojos en los suyos, como
preguntado qué pasa, él sólo sonrío y volvió a deslizar su mano entre su pierna
y la mía, voltee a seguir admirando el paisaje urbano, sin mover un milímetro mi
pierna, la situación me resulto deliciosamente inapropiada, luego se bajo en la
UNI pero no sin antes deslizar su mano por última vez, sólo que esta vez lo
hizo sobre mi pierna, recorriendo desde la rodilla hasta que sus dedos rozaron
mi bragueta, se puso de pie, se dirigió a la puerta, regreso a mirarme, como llamándome
para que lo acompañase, me hice el desentendido, y seguí con mi viaje.
Me pregunto que me deparará el próximo viaje en el
Metropolitano!
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