Capítulo 5: El cazador y el
oráculo
Diario de
Marco
Mayo 26
(Ya es de madrugada, y
hemos por fin acabado con el demonio de ojos amarillos)
- ¿Cuántos años tienes? preguntó Lucas pausadamente, con ese tono de voz que me hace sentir tanta calma aun después de tan surreal escena en el cementerio.
- Cumpliré 30 en unos meses y ¿tú? Respondí presuroso.
- Mmmm interesante, mascullo. Asumo que el tercero de nosotros también tendrás 30 años.
- No lo sé, repliqué. Ni siquiera sé quién es, sólo sé que tengo que encontrarlos y pedir un libro a un tal Gabriel.
- Mmmm gesticulo nuevamente (lejos de irritarme, me parece tan intenso) no sé nada de Gabriel o del libro, sólo sé que te conocería hoy, aunque nunca logre ver tu rostro por completo en mis visiones, sabía que sería hoy el día en que te conocería.
- Como sabias que eso pasaría, le pregunte cortando la serenidad del momento con mi voz agitada y llena de cuestionamientos.
- Tengo sueños premonitorios y visiones vividas de eventos futuros al azar desde que tengo 16 años, algunas veces he podido ayudar a quien lo necesitaba, sin embargo contigo fue distinto, nuestro encuentro era una escena repetitiva en mis visiones y sueños, explico casi emocionado.
- Mi abuela también podía ver el futuro, pero por algún motivo desconocido no podía enlazarse psíquicamente a ti, le comente.
- Mis poderes están creciendo y aun no logro interactuar en mis visiones, quizás si lo lograse hubiese hecho contacto con tu abuela hace tiempo, además supongo que mi poder de “deflexión” no me facilita las cosas.
- ¿Deflexión? Qué es eso, cuestione ávidamente.
-
Se
rio al ver mi cara de signo de interrogación, y me dijo, es el escudo de
energía que genere en el cementerio, me permite desviar ataques y a veces
también bloquea ondas psíquicas. Y al ver mi cara roja como un tomate, como la
de un niño al cual su profesor le pregunta cuánto es dos más dos, puso su mano
tibia sobre mi mejilla, clavo su mirada en la mía y me dijo casi susurrando:
eres muy lindo cuando te avergüenzas y siguió caminando.
Como puede decir ese tipo
de cosas y hacerme sentir tan indefenso y al mismo tiempo deseoso de que las
diga siempre. Nunca había conocido a alguien me haga sentir de esta manera.
Seguimos caminando y llegamos a un edificio allí me dijo: aquí me quedo, está
haciendo frio y comenzará a llover pronto, será mejor que vayas a casa, abro su
morral y me dio una tarjeta con su nombre y su número de teléfono.
- Me dio la mano y me dijo: me dio gusto conocerte cazador.
- Yo alce las cejas con extrañeza…
- Porque ese será tu nombre clave, interrumpió.
- Y el tuyo, pregunté.
- Tienes toda la noche para pensarlo y cuando tengas algo en mente, llámame, susurro y dijo adiós.
- Adiós.
Mayo 30
-
- Aló, dijo Lucas después de dejar repicar su teléfono tres veces.
- Hola, le dije.
- Y el interrumpió preguntándome si ya tenía un nombre clave para él.
- Le dije que sí, pero que se lo diría en persona. Y le pregunte: ¿Nos vemos para tomar un café?
- Café Café en Miraflores a las 8, ¿Verdad?
- Cómo supiste, le interrogue curioso.
- Yo también sé guardar secretos.
El reloj marca las 7:50 y
esto ya sentado en el café, acomodando maniáticamente el individual, el menú
dejado por la mesera, los sobrecitos de azúcar. No entiendo porque estoy tan
nervioso.
Faltan escasos segundos
para las 8 de la noche y lo veo atravesar la puerta con un jean entallado y una
polera lila, y su morral negro. Camina lentamente hacia mí. Me saluda de mano y
se sienta frente a mí.
- Pensé que no llegarías, dije.
- Lo siento, el tráfico esta insoportable me respondió y note que se ruborizaba un poco, lo cual me pareció muy dulce.
- Aún no me has dicho mi nombre clave, me pregunto con mirada pícara, o necesitas más tiempo para pensarlo, añadió.
- Oráculo, le dije sin demora.
- Un poco predecible, me dijo…pero me gusta como suena.
No pude aguantar más y lo
besé, él se separó un poco y me pregunto: estás seguro? Y yo, simplemente, me
quede en silencio. Lucas se acercó y fue el quien me besó esta vez. Luego de
unos segundos se detuvo y me dijo. Estaba esperando que me besarás desde que te
conozco.
Lo acompañe a su casa, lo
besé nuevamente y Lucas me dijo que vaya a mi casa, que nos veríamos al día
siguiente. A regañadientes acepte y me fui.
(Es extraño, nunca me había
sentido así por nadie, y aunque me resulta desconcertante que estas emociones
las despierte otro hombre, no es algo que me moleste o que me haga sentir
culpa.)
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