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Transporte público


Hablar de transporte público en Lima, es sin lugar a dudas provocar arcadas y reacciones alérgicas en la cordura de los usuarios. Y es que someternos a tremenda tortura que conocemos como servicio de transporte urbano, es por demás cruel.  
¿Dónde quedo la etiqueta social de viajar en bus de la que habla mi abuela? ¿Dónde quedó la educación cívica?
Y es que viajar en un bus o en una custer o una combi, podría convertirse en una experiencia sudorosa, agitada y hasta dolorosa, con contorsiones insospechables, pero no en sentido lascivo en el que me gustaría.  

Por dónde empezar a criticar el servicio, si en sí, es criticable, la distribución de los asientos, los dichosos asientos reservados que nadie respeta, y es más en el que los escolares se atrincheran y si uno no los carajea, no los desocupan, habiendo a su costado un viejit@ que en la siguiente frenada se podría ir a besar el suelo.  Y aquí me gustaría hacer un alto y expresar mi posición frete a los asientos reservados, y es que si bien los considero necesarios, yo sólo los reservaría para los adultos mayores y para las personas con discapacidad física pues en ambos casos es algo que no optamos por padecer, sin embargo la maternidad sí lo es, es una opción y por tanto no debería de gozar de las mismas atenciones que los grupos anteriormente mencionados, es por eso, que si alguna vez coinciden conmigo en un bus, verán que me pongo de pie como un resorte si veo a un ancian@ o una persona con alguna discapacidad física y les cedo el asiento con una sonrisa, más nunca lo hago por una mujer embarazada, ya que considero que si salió embarazada es porque así lo eligió y allá ella si le duelen los pies o se cansa, esta joven así que, que se las arregle ella sola.  Y aunque taconeen sus zapatos al lado de mi asiento no me levantaré.
En fin, sigamos con los asientos, que cada día reducen el espacio entre ellos y por ende uno tiene que viajar sentado de costadito. No todos medimos 1.65m, no todos pesamos 60 kilos, y hablando de medidas, hay unas custers en las que el techo no se eleva ni a 1.80m del suelo, por lo que viajar en ellas es viajar con el cuelo torcido, o mirando a tus zapatos lo que dure el trayecto, como avergonzado de algo que hice (seguro que lo hice pero esa es otra historia) y luego termino con un dolor de nuca inimaginable y no por la causa que quisiera!

La música es otro ítem objetable en el transporte público, por qué  diablos tengo que escuchar su pinche música?, si ellos quieren estar en un concierto de chicha, technocumbia, música folcklorica, perreo chacalonero o de atorrantadas como la de los wachiturros, pues que compren su entrada y se vayan, y le bajen el volumen, que no les deja escuchar cuando sus pasajeros solicitan bajar. Y peor aún son aquellos en los que el cobrador y el conductor hacen duetos desafinados y luego aplauden su performance. O los locos del dial, que prueban todas las estaciones buscando las canciones más desesperantes. Y aquí también tendríamos que incluir a aquellos usuarios del transporte público que suben con sus radios a todo volumen, con música tanto o más desfachatada que la que se esta reproduciendo en el vehículo, por qué diablos no utilizan audífonos?!
Y ni que decir de su jerga tan particular de los cobradores, habla vas?, o chino, al fondo enran 5!, o pague con sencillo!, hay tres plomos al fondo!, chesu...otro pase!, es que acaso no hablan castellano?
Y bueno ya de plano, digámoslo a calzón quitado, como diría mi abuela, y es que lo que más me jode del transporte público son los usuarios friolentos/resina, pero, me dirán que es un usuario friolento/resina? El usuario friolento/resina es aquel hombre o mujer que  al margen del clima se aferra a cerrar la ventana, aún cuando la temperatura al interior del vehículo alcanza fácilmente los 32C, y que cuando abres tu ventana unos centímetros te gritan diciendo: Inconsciente, cierre esa ventana que me despeino!, a lo que yo siempre contesto: disculpe pero aquí huele a burro, asi que prefiero llegar despeinado que al borde de la asfixia. Fallo en comprender cómo es que la gente puede soportar hedores corporales, o es que acaso no los perciben?

Hoy viaje en bus de la casa de mi mamá a la mía, pues estaba demasiado ebrio para tomar un taxi, y bueno caí en la cuenta que estando ebrio no me disgusto tanto el trayecto, en el cual mantuve el cuello doblado, como si hubiese despertado con tortícolis, apreté mis rodillas contra el otro asiento y un momento antes de dislocarlas y me senté de costadito,  abrí la ventana dejé que los vapores resinosos se disolvieran como los reclamos de otros usuarios y por inercia moví mis pies al ritmo de tírate un qué…tírate un paso! Lástima que no pueda viajar alcoholizado todos los días!

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