Somos sin lugar a dudas una subcultura de individuos fuertes,
aguerridos y decididos, ya sea con tacones altos como las travestis de la
avenida Washington que surfean entre luces de neón de los hostales de mala
muerte donde llevan a sus clientes, hasta los osos recios de saco y corbata,
que de una manera más disimulada militamos por nuestros derechos.
Yo por ejemplo, soy abiertamente gay con mi familia, amigos
y compañeros del trabajo, y ni que decir del facebook, el cual me ha servido de
varita mágica, la cual apunto a algo y lo vuelvo gay, gay, muy, muy gay. Es
parte de mi naturaleza, de un ama de casa emprendedora y de un padre policía y alcohólico,
no podría salir nada menos que un liberal sexopata con gran sentido del humor.

Y es que a veces no nos queda más que renegar, hacer hígado,
golpear las paredes y llorar de rabia e impotencia. Considero que la marcha por
el Día del Orgullo Gay es un fandango que no tiene el poder que debería tener y
es que en este país en donde las más locas están en el armario y nos atacan, ya
que ven en nosotros lo que no desean ver en sus espejos.
En este momento un travesti debe de estar siendo golpeado,
torturado y hasta asesinado por ser lo que es, en este momento un padre borracho
e ignorante pero sobretodo falto de amor, debe de estar golpeando a si hijo por
sus amaneramientos, por haber – según él – manchado su apellido, en este
momento unos desadaptados borrachos estará violando a una lesbiana, gritándole que
ahora que sabe lo que estar con un hombre puede volver a ser normal, en este
momento, un niño, adolescente o adulto gay se podría estar suicidando pues su
madre, su padre y sus amigos lo
desprecia.
Desde mis trincheras – las aulas -, procuro educar a mis
alumnos en el respeto a la persona como tal, dejando de lado su orientación sexual,
raza, lenguaje, etc. Es tiempo de que esta mierda que llamamos país cambie, y
deje de ser la nación de algunos, el destierro de otros.
Los putos también lloramos, pero luego nos secamos las
lágrimas y nos hacemos más fuertes. Así que ven, dame tu mejor golpe, pero no
esperes que ponga la otra mejilla, jamás fui pacifista!
Comentarios
Publicar un comentario