Como dicen por allí, no se puede tener una sonrisa halándote
los labios al este y oeste de tu rostro todo el día, ni mucho menos congelar
esa sonrisa con la calidez sincera con que debería de esbozarse, y es que me
confieso un “sonreidor” profesional, si “sonreidor”, y me vale madre la RAE,
total, el que tiene plata habla como quiere, no? (chesu me jodí, estoy misio así
que tendré que hablar con propiedad), mmm, a la mierda, hablare como me da la
gana con o sin plata, pues para que tenemos libertad de expresión si no puedo
decir lo que siento, es como gozar como chancho y no poder gemir, para que
nadie se despierte, ósea may!
Y es que me encanta sonreír, alguna vez leí: “enfrenta al
mundo con tu mejor sonrisa, y este sonreirá contigo”, y no hay nada más cierto,
me encanta saludar con una sonrisa, y conjugar mis miradas a veces picaras, a veces
cansadas, a veces histéricas, con sonrisas amplias, esas que te inspiran a sonreír,
o a reírte de mi cara de culo con sonrisa horizontal, en fin, como mejor te
parezca la cosa es que te rías conmigo o de mí, me da igual, total, la risa
alivia el dolor, la segregación de endorfinas te seda tanto como un buen
orgasmo.
Pero a veces tomo mi sonrisa y me limpio el culo con ella, y
es que hay cosas a las que no puedo sonreír, hay cosas que simplemente me disgustan,
si ese soy, atorrante como siempre, imponiendo mis gustos, si sorry, yo de
nuevo, culpable o guilty, como quieran decirlo, si pues soy más atorrante que
los Wachiturros y las Culisueltas, y es que hay cosas que me enervan.
Por donde comenzar, hay tantas cosas que me disgustan, me disgustan
las personas impuntuales, si por más que sean mis amigos, y yo les diga: “no problema,
la próxima, yo llego tarde”, sé que no lo haré, que otra vez seré el primer
huevón en llegar al mentadito punto de encuentro, y me miraré las tabas para
ver si están limpias, me arreglare la ropa, chequearé que el desodorante no me
ha abandonado, trataré de arreglar mi cabello, aunque con esta cojudez de
cabello lacio no se puede hacer mucho que digamos, un estornudo y me despeino,
a la fuck, como dice mi hermano. Y otra vez renegare murmurando para que mi expresión
de cólera no desentone el oufit que me tarde en escoger una hora. Me jode que
me mensajeen desde sus casas diciendo: “estoy saliendo, besos jijiji”…ósea dónde
está el valor de la puntualidad, y eso se extiende a todos los ámbitos de mi
vida, también me jode cuando su puntualidad no me afecta, como por ejemplo
cuando llegan tarde a clase o a una conferencia, sorry, lo he dicho, me jode la
impuntualidad, que les cuesta madrugar 20 minutos antes de lo usual.
También me molesta sobremanera, el trafico de Lima, aunque
con los audífonos y los libros en los que remojo mi mente, como me enseño a
remojar el pan en el café mi abuela (la Ortiz), y así se me pasan los segundos,
minutos y hasta las horas, pero eso sí, viajo cerca a la ventana y la entreabro, pues si hay algo que odio más
que el trafico, y a los escolares (con sus insoportablemente abultadas mochilas
que emulan jorobas de dromedarios, las cuales se reúsan a poner en lugares más
apropiados para facilitar el paso de los otros usuarios), es viajar oliendo a “burro” (esos hedores
corporales que inundan los buses y combis de servicio público: alas, patas y
otras partes jajaja). Eso de viajar sudado, con alguien respirándote en la nuca
y acomodando tu cuerpo en posturas ingeniosas, simplemente no es para mí.
Quizás por eso salgo con casi 2 horas de anticipación de mi casa para ir a
trabajar a San Juan de Lurigancho, y me voy sentado en una cúster vacía. Pero
lo que es peor aún, son las viejitas friolentas que se suelen sentar a mi lado,
y comienzan a refunfuñar alegando que se despeinarán, cuando me niego categóricamente
a cerrar la ventana.
También me joden las colas, no las partes traseras abultadas
y redondeadas de los transeúntes, de los guachimanes, de los policías, de los mozos,
carajo ya me estoy alucinando y mal…Gordis ven para acá jajaja…me jode hacer
fila, ya sea en los bancos, en los cines, en los centros de pago, supongo que
por eso bendigo el poder pagar todo por Internet, dios te bendiga y te guarde
mi TOKEN querido y te mantenga activo y fiel hasta que tu batería resista,
amén. Los cines son un caos, miles de veces me he regresado de “Cinemark”, el
que queda en el Metro de la Avenida La Marina, escuchando incansable los
reproches de mi gordis, y he terminado comprando la versión pirata de la película
y la hemos visto apelmazados en el sofás de la sala, comiendo canchita, tomando
galones de coca cola, y poniéndole pausa para los arrumacos, cosa que me ha
servido para calmar los ánimos asesinos de mi gordis, por frustrarle las
salidas, y si por casualidad llego a comprar un ticket, y llegamos a una sala
llena de niños, pateo los asientos sin reparo alguno, para que los mocosos
ladillas dejen de hablar, e invoco a Herodes, para que resucite y se lleve a
todos los llorones. Los restaurantes no son la excepción, si por casualidad nos
sentamos y ningún mozo se digna tomar nuestra orden en 5 minutos o menos (mi
jodida ley del 5x5: “si en 5 minutos, no está a 5 metros, me largo),
simplemente me levanto, y me voy, y termino comiendo tallarines con
mantequilla, atún, alcaparras, aceitunas verdes rellenas de rocoto y queso
parmesano en la tranquilidad de nuestro sacrosanto hogar como bien versaba “Gordon
Botija Pompa y Pompa”. Aunque cuando estoy con mis amigos, o los amigos de mi
gordis, procuro hacer de tripas corazón y me aguanto las ganas de salir despotricando
lisuras. Simplemente me comporto como lady y me quedo a ver cómo termina la
velada. Aún cuando al regreso este jodiendo a mi gordis con mi rosario
interminable de quejas. Dios bendiga la santa Paciencia de mi gordis, a veces
me pregunto: “Cómo mierda aguanta tanto?, eso o es amor o es cojudez, prefiero
creer que es lo primero.
Me jode el sol, por qué diablos Lima la gris, no es gris
todo el año? A veces hasta celeste y radiante es, chesu, que mala leche, odio
ir a trabajar en aulas si aire acondicionado, peor más chinche me los friolentos,
los que tiemblan y por poco se ponen azules en plena clase, ósea hello, estamos
en invierno, si tienes frio hazte ver por un doctor o trae tu poncho, no seas
pendeivis pues. Y es que yo siempre ando
con calor, tomando agua helada, o comiendo un marciano, simplemente tengo
sangre charapa, es una joda haber tenido tantas vidas pasadas y lo peor aun todas han sido de cara seria y
de …. alegre jajajaja. Me jode el ruido de los pelotudos poca madre que suben
al micro con sus celulares en altavoz, y los que hablen cojudez y media por su Nextel,
acaso no se dan cuenta que no tenemos porqué enterarnos de cuando les vino la “regla”,
o que la nueva asistente esta para “darle” como a la prima hasta que gima. Odio
a los de construcción civil que para haciendo huelga y rompiendo cosas a su
paso, como una marea de trogloditas armados de palos, piedras y otros rudimentarios
artefactos de agresión, en lugar de estar chambeando sin polo y con los
pantalones medios caídos, dejando entrever sus sonrisas verticales, ifyou know
what I mean jajaja
Odio que la compañías de teléfono llamen todos los días
ofreciendo un nuevo paquete de llamadas, y de cable o de internet, y que me
pregunten: “Y usted es familiar del Señor….”, a lo que respondo: “Yo soy el
novio”. Y por encima de todo, odio a los homofóbicos, que para concha de males,
son más putos que yo y todos los míos. Odio esa doble vida que blanden como
bandera, diciendo: “Yo estoy casado, esto solo lo hago a veces, yo no soy gay”,
huevonazos, eso son. Al menos yo no engaño a los que quiero, me gustan los
hombres, o más específicamente me gusta mi hombre, yo no les vendo gato por
liebre a nadie.
En fin, eso es lo que me disgusta de esta vida, de esta
sociedad, y estoy seguro que a muchos les disgusta como soy, como pienso, como camino,
como hablo, como actúo, pero como ya saben a mi me llega, y bueno ya ven, yo
también puedo ser odioso, chinchoso, antipático hasta el tuétano, en fin, soy
humano, aunque a veces parezca de otro planeta, también me joden muchas cosas,
y aquí desde mi sillón naranja, y desparramado como sachavaca en celo, y
extrañando a mi gordis quien se ha ido a Arequipa a visitar a sus progenitores,
me despido, a sabiendas de que entre sus labios están formulando una frase: “gordo
de mierda, como jodes con tus huevadas” y bueno yo solo sonreiré y diré: “cayeron
de nuevo, me leyeron y eso compensa todo lo cagón que hay en el mundo”.
Pero siendo realmente sincero, supongo que lo que me jode en
especial son esos imbéciles, que a veces me miran y me dicen: “Sao!”, yo solo
los miro y los bendigo como aprendí a hacerlo de Beto Ortiz, a quien citaré: “Mas
respeto con los cabros, so rechucha de sus mares, que chivo me dice tu viejo
cuando no le doy fuerte como a él le gusta”.
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