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No siempre tres son mejor 1ue dos, bueno tres polvos son sin lugar a dudas mejor que dos, pero tres personas en una cama y no dos, pues solo es un problema. Sin lugar a dudas la sexualidad humana, es un universo increíblemente extenso y variopinto.  La línea divisora entre hacer el amor  solo tener sexo, varia de persona a persona, las mismas que procesan los límites de su propia sexualidad basándose en paradigmas adquiridos a través de la educación a la que fueron expuestos.

Si bien la promiscuidad fue un factor determinante para la proliferación de la raza humana, hoy en día es algo que sonroja, marca socialmente, censura y hasta excomulga, quien sea señalado como promiscuo es simplemente considerado un ciudadano de segunda categoría y aquel que se reconoce así mismo como promiscuo pues tienen todas las de perder. Pero cuál es el problema, cada ser humano, busca la mejor forma de potencializar su capacidad innata de disfrutar de su cuerpo y por ende de los trances amatorios. Así pues, los tríos y/u orgias son para muchos la manera más intensa de materializar su sexualidad.

De la Lima cucufata en que crecieron mis abuelos y mis padres hoy queda poco, pero aún queda por eso hay guetos marginales, sombríos, malolientes (sudor, lubricante y otros olores corporales) y pintarrajeados (nombres, teléfonos, dibujos obscenos, advertencias sobre tal o cual persona y marcas de dedos sudorosos, de espaldas, de pisadas, de escupitajos y de semen). Las salas de video porno en Lima proliferan agazapadas, ocultas entre las casas de gente decente, desde el Centro de Lima hasta Miraflores, pasando por Santa Catalina, san Isidro, Lince, Jesús María y Surco, tras fachadas de casas de tres pisos, en las que una poderosa reja separa la cotidiana realidad del mundo paralelo al que las autoridades han reprimido a los de mi clase. Estos antros en donde los dueños lucran con algo más que poderoso que el sexo, “la aceptación”, se han vuelto refugios para: Primero, las lesbianas, quienes solo van al bar a tomar unos tragos, oír buena música y a darse de arrumacos con sus respectivas novias, también a pelearse jajaja, pues las lesbianas son las que más peleas inician en lugares de ambiente; segundo, los gays (caletas y los no tanto) quienes utilizan las instalaciones para satisfacer sus necesidades de voyerismo, socialización entre pares y zona de ligue y sexo clandestino; y tercero para los fletes, si los “male whores”, jovencitos con un cuerpo trabajado en el gimnasio y con penes mayores al promedio limeño que ofertan sus servicios bajo dos modalidades: por hora o por "polvo".
Y es que el sexo en grupo (de tres para arriba), es algo que cotidianamente no se podría conseguir, la gente que concurre a estos lugares, tiene sin lugar a dudas un rasgo adictivo al sexo, y es que todo invita a ello, la oscuridad casi perenne interrumpida solamente por los flashes altibajos del televisor, o por aquellos que abren las cortinas que separan la sala de video del “cuarto oscuro”(o zona de combate jajaja), allí nadie habla, todo el mundo se dedica a mirar, apuntar sus fantasías con quién este en la sala, o si es osado se escabulle en el cuarto oscuro, y se pierde en un laberinto de manos que toquetean como pulpos buscando sustento en lo insondable del mar, entre gemidos que hacen coro de una a otra esquina de la habitación, entre penes erectos que buscan consuelo, entre culos lubricados que esperan ansiosos el sentirse llenos. Los tríos están a la orden del día, y de eso a una orgía no hay mucha diferencia.

El amor de tres es sólo un amor que dura hasta que se eyacula, de allí todos se ponen sus ropas (se suben los pantalones y arrojan los condones) y cada quien por su lado. Lo de los grupos casi siempre termina en un par de tragos.  Y es que el hacerlo de a tres es una fantasía que inunda la mente de todos los heterosexuales y que muchos han logrado cumplir, en cambio los gays hemos tomado esa fantasía y la hemos vuelto parte de nuestras prácticas sexuales más comunes.
Tengo que confesar que eso de compartir la cama con otras dos personas ha sido algo sumamente gratificante, pero jamás cometería ese craso error de una pareja de amigos, que es llevar a un tercero para hacer cosilla contigo y tu pareja, esas cosas no acaban bien para nadie, su caso y muchos otros que conozco lo comprueban. Así que si sienten que las hormonas les bullen como olla a opresión, y que necesitan hacer un trío, al menos para probar, háganlo con amigos, nunca con su pareja.

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