Siempre me han reventado el hígado las visitas sorpresas, los paracaidistas como decía mi abuela, me llenan de cólera, y es que a mí no me gusta que vengan a la casa sin aviso previo, pues mi parte de anfitrión más quisquillosa no admite el recibir a alguien en la casa sin tener algo rico que invitarle, aun cuando me salgan con la sandez: “lo importante es la compañía”, bueno ese dicho nunca ha sido vigente para mi, pues está bien que se goce de la compañía de amigos y familiares, pero nada como tener todo limpio, listo y arreglado para recibirlos de la misma manera que esperas que ellos te reciban en su casa.
Y es que mi gen de wedding planner se ha diseminado al punto de que todo lo planifico con por lo menos dos semanas de anticipación y si es una reunión especial, pues con un mes como mínimo. Y es que hay que cuidar todos los detalles, desde la comida y bebida que sería el “core” de la reunión, hasta las servilletas, el menaje, la decoración, etc, etc, nada puede quedar a la suerte o alistarse a última hora, ósea jelou!
Pero igual efecto también lo producen las invitaciones apresuradas, esas de menos de 2 horas a las que de buena gana declinaría sin miramientos, pero que a mi gordis le va y le viene, el sábado pasado tuvimos un matrimonio y nos fuimos a la cama a las 2 de la mañana, mientras nos dormimos las 3 y tantos de la mañana, nos despertamos a las 8 y me levante a las nueve a planchar como es de costumbre (ya saben que si mi rutina se altera me pongo histérico), y a eso de las 11 suena el teléfono, supuse que era Gi, pero, no, era la tía de mi gordis quien nos llamaba para invitarnos a almorzar a las 2 de la tarde. Ella dijo: “he preparado un caldito y los espero a las 2 de la tarde, un beso, ya hablamos más tarde, me voy a misa, los espero”, me dejo speechless…le dije con tono molesto a mi gordis, aún así aceptamos ir, termine de planchar y guardar la ropa en los closets.
Luego me di un duchazo, me dirigí a la cocina y me dispuse a preparar muffins de plátano, con una receta de una amiga, Titi, compañera de universidad de mi gordis, y tuve que rescatar (mejor dicho arrebatarle) los plátanos a mi gordis que los iba a licuar con papaya y manzana para un contundente jugo, los hornee con chispas de chocolate y les puse una capa de manjar blanco y grageas cuando estuvieron listos, fueron la sensación después de un almuerzo contundente.
Bueno, voy a pasar a agradecer el súper almuerzo dominical que si bien desencajo toda mi rutina, estuvo increíble: Un plato hondo de caldo blanco (receta Arequipeña), pollo a la brasa, chicha morada, vino blanco, vino tinto, nueces y pasa y parmesano en cubos traído de Parma por un amigo de la tía de mi gordis, la charla estuvo buena, a veces compleja y densa, con la participación de un invitado que resulto ser todo un personaje…pero la pasamos muy bien, sino no podríamos explicar un almuerzo que se prolongo desde las 2:10pm a las 7:00, regresamos a casa, vinieron unos primos de mi gordis a recoger unas cosillas y comieron muffins y tomamos un par de “screwdrivers”. Un domingo para recordar…pues termino como deben de terminar todos los domingos, con la persona que amas, acurrucados en el sofá, besándote, viendo tv, y corriendo hacia la mampara a ver los juegos artificiales, mientras lo tomas de la cintura, lo besas y el te dice: te amo…después de 10 años…seguimos siendo los mismos gorditos cariñosos del primer día!!!
Quizás nunca me acostumbre a los planes, salidas y visitas de última hora, pero si el día termina así, pues creo que podría llegar el día que no refunfuñe, aunque eso mi gordis también lo vea imposible y es que como dice él, renegar es uno de mis tantos hobbies jajaja, será pues!
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