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Mostrando entradas de 2020

Apechuga

Si algún día decido iniciar una empresa en Perú, pues contrataré sólo hombres gays. Y ustedes dirán: WTF! Eso será una jaula de las locas. Pero créanme que sería el negocio rentable, especialmente con las leyes Peruanas…sí ya sé que tiene su cara de: te excediste con tu dosis de pregabalina y tramadol. Y no, lo digo en serio. A ver, te lo explico con manzanitas. Que implicaría contratar exclusivamente a hombres gays. En infraestructura te ahorras el costo del lactario y de baños. En cuanto a planilla, pues no pagas escolaridad, pues no tienen hijos, tampoco se les permite adoptar, te ahorras el pago de los 10 días de paternidad, y por tanto tampoco pagas las horas de lactancia, ni te enyucan los permisos para ir a vacunar a sus retoños, ni el bautizo, ni la primera comunión, ni las reuniones de PPFF en los colegios, porque gay generación Z que se respeta no quiere hijos, a lo mucho gatos y plantas… Ángel la niña de las flores, llenas los prados de colores, sacas lo bueno de la gente

Váyase!!!

 Y con garras mugrientas y dientes empapados con una saliva espesa tan llena de egocentrismo y sed de poder, acertaron su ataque final, lamiendo las resecas venas de la democracia y la justicia. Y cuando la noche parecía negra como piel de lobo, las linternas se encendieron, las cacerolas resonaron y los gritos rasgaron el horizonte, miles marcharon, sus pasos retumbaron en las calles, sus carteles plasmaron la indignación de un pueblo que ya se canso de partirse el lomo trabajando dignamente para que ellos vivan a sus anchas, sus cantos se volvieron las nuevas estrofas de nuestro Himno Nacional. Hoy, la bandera se vuelve más roja que blanca con la sangre de los tres jóvenes asesinados por quienes deberían defendernos. Y el corazón se me estruja, se me caen las lágrimas, se me revuelven las tripas, hoy me lleno de repudio, de uno que causa arcadas que reacomodan los órganos. Hoy, la ciudad respira humo y derrama lágrimas, hoy todo huele a caos, a alcohol y vinagre, hoy huele a muer

El placer

Hay placeres sencillos y efímeros como el aroma de canela y vainilla Que te recuerdan a tu abuela cocinando, A ese tiempo en que la vida era sencilla, A ese instante que anhelas revivir cada domingo por la tarde. Hay placeres más densos como el sabor del chocolate caliente, Y un abrazo en una noche de lluvia, Cuando las ventanas son garabateadas por penas ajenas, Que caen del cielo como súplicas que nunca fueron oídas.   Hay placeres frescos como la caricia del viento, Una tarde de invierno mientras se observa el atardecer desde el puente Villena, Y se susurra mentalmente las culpas propias y ajenas, Y se pide un poco de paz, un poco de calma para los pensamientos inquietos como olas.   Hay placeres que duran un poco más, como una costra formándose sobre una herida, Y tenemos que refrenar la urgencia de arrancarla, Sabiendo que cuando se desprenda por cuenta propia, Habremos sanado, y la cicatriz no será más que un recordatorio de lo fuerte que somos.

A mi hermano...feliz cumpleaños!

Una tarde fría de Julio hace 28 años llegaste a la casa con un ropón celeste, envuelto con una manta que hacía juego, ambos habían sido tejidos con paciencia y ahínco por mi mamá quien te sostenía en sus brazos, tus cachetes regordetes y tu escaso cabello resaltaban a la vista, eras un bodoque de poco más de 4 kilos, que lloraba y nos interrumpía el sueño, y luego sólo dormía, un bodoque al que todos cargábamos con entusiasmo.  Y mírate hoy en día, eres todo un hombre responsable y confiable, inteligente y talentoso, mi hermano pequeño no lo es más, ahora es alguien con quien intercambio memes pendejos y videos graciosos.  Te has convertido en el hombre de la casa y estoy más que orgulloso de ti. Si, te has convertido en quien de seguro estará para mis padres y para mi cuando estemos viejitos y nos tengas que contrabandear chocolates y vino.  Sé que son tiempos difíciles y que nunca hemos sido uña y mugre, pero espero que sepas que te quiero un huevo.  Feliz cumpleaños chato, trata de

Al Maestro con cariño...un abrazo virtual en tiempos de pandemia.

De un día a otro el mundo cambio, se nos pidió quedarnos en casa, no regresar a nuestro centro de trabajo hasta nuevo aviso. Dejando nuestras cartucheras, material extra y los libros almacenados en nuestros lockers, las tazas de café apiladas cerca a la maquina de café, pero sobre todo la razón de nuestro día a día, nuestras clases, nuestros alumnos. De un día al otro cambio, eso implicaba que cambiásemos con él, adoptando nuevas estrategias, suplementando recursos y aprendiendo nuevas herramientas. De un día al otro el mundo que conocíamos cambio, los pequeños breaks para intercambiar una sonrisa o una broma, mientras cambiábamos de libro, para emprender el paso y llegar al   aula con el timbre que nos daba jaqueca, para hacer lo que considerábamos parte de nuestra vida diaria, estar frente a un grupo de alumnos, algunos prestos a aprender, otros que requerían de mayor motivación para lograrlo…todo eso acabo con un mensaje a la nación que hizo eco en el mail institucional. De un

Sí se puede

Ya que “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión”, debo añadir que tampoco por “su ropa, o sus afectos”, podríamos en teoría cambiar el mundo con simples actos de bondad. Y sí, quizás parezca utópico, pero “Tengo un sueño”, en el que nadie te mire con desprecie, te señale como un desperdicio, que te apunte con el dedo sindicando que no eres más que una paria. Dicen que los cambios radicales se gestan al calor de las masas, al rugido enajenado de quienes protestan, pero quiero creer que los cambios también se hacen de a pocos, se siembran en la gente con palabras y actos de bondad, con sinceridad con paciencia, mostrándoles cuan equivocados pueden estar ciertos preconceptos y prejuicios adoctrinados por una cultura machista, racista y llena de un profundo temor a lo que no conoce y no desea entender. Si, cambiar al mundo con paz puede sonar demasiado ambicioso, pero porque soñar en pequeño, si “no hay camino a la paz, sino que la paz es e

La casa

Hoy sin nada más que hacer que regar el jardín, puse el reproductor de música en aleatorio y sonó la canción “La Casa” de Christina Aguilera, y muchas cosas se revolvieron en mi mente. No es novedad el que mis abuelos sean una parte importantísima de mi vida. Siempre me refiero a ellos con cariño y admiración. Y es en su casa donde viví la mayor parte de mi niñez y adolescencia y la primera parte de mi vida adulta. Así que en sus paredes, en su jardín, en sus escaleras, en el depósito de herramientas donde ordenábamos los clavos y tornillos por medida y en cada rincón de ese lugar hay esa energía tranquilizante que siempre me serena cuando la visito, además del hecho de que mis abuelos, mis padres, mis hermanas y sobrinos viven allí. Y bueno, pues, al referirme a casa, mi mente automáticamente dibuja esa imagen. Hace casi 10 años, mis abuelos en pleno uso de sus facultades mentales convocaron a reunión familiar y en ella acordaron que la casa que me había visto crecer pasara a

Trinidad

Hoy hubiese salido súper rápido del trabajo, apresurado a abordar un taxi al que había llamado ni bien sonó el timbre de mi última clase. Hoy hubiese cambiar la escena arquitectónica de San Miguel, que conozco tan bien, y hubiese cruzado los dedos porque no me toquen muchos semáforos en rojo. Hoy hubiese ido presuroso, con calor, cansado y con hambre a casa de mi madrina. Hoy hubiese subido los tres pisos de escaleras empinadas de dos trancazos, hubiese saludado a quienes estuviesen en la sala charlando, de seguro a mis padres y a mis abuelos, a mis tías y a mis primas, y me hubiese escurrido con mi redonda humanidad por el pasadizo estrecho hacia la cocina solo para abrazarla. Hubiese visto su sonrisa tan cálida como el fogón de su cocina, y sus ojos siempre brillantes cuando me veía parado en la puerta de la cocina, gritando feliz cumpleaños. Hoy la hubiese abrazado, y hubiese cenado su deliciosa comida: hay tanto de dónde elegir, pero hoy se me antoja un seco de pollo con su tamal