Hoy sin nada más que hacer que regar el jardín, puse el reproductor de música en aleatorio y sonó la canción “La Casa” de Christina Aguilera, y muchas cosas se revolvieron en mi mente.
No es novedad el que mis abuelos sean una parte importantísima de mi vida. Siempre me refiero a ellos con cariño y admiración. Y es en su casa donde viví la mayor parte de mi niñez y adolescencia y la primera parte de mi vida adulta.
Así que en sus paredes, en su jardín, en sus escaleras, en el depósito de herramientas donde ordenábamos los clavos y tornillos por medida y en cada rincón de ese lugar hay esa energía tranquilizante que siempre me serena cuando la visito, además del hecho de que mis abuelos, mis padres, mis hermanas y sobrinos viven allí. Y bueno, pues, al referirme a casa, mi mente automáticamente dibuja esa imagen.
Hace casi 10 años, mis abuelos en pleno uso de sus facultades mentales convocaron a reunión familiar y en ella acordaron que la casa que me había visto crecer pasara a mi nombre en calidad de herencia anticipada, para cuando ellos estén viejitos, nadie la vendiese, ni se peleasen por ella, para que yo dispusiera de ella equitativamente…al principio mi cara era de WTF, que está pasando aquí, luego mis abuelos dijeron: “confiamos en ti, plenamente” y desde entonces la casa está a mi nombre. Pero para poder hacer los trámites correspondientes, mis abuelos tenían que tener un documento que acredite sus facultades mentales, así que sacamos cita con un psiquiatra. Mis abuelos fueron conmigo a la entrevista y esta es la historia del día de hoy:
Dra.: Buenos días, ¿En qué puedo ayudarlos?
Yo: Mis abuelos quieren pasar su casa a mi nombre y necesitan un certificado médico de salud mental.
Dra.: Entiendo, podría dejarnos a solas. (La Dra. con mirada suspicaz, mirada de: “pobres viejitos, este barbón los quiere dejar sin casa”)
Yo salí y me puse a jugar con el celular, todo autista, con los audífonos, estuve como unos 5 minutos y la Dra. Que llamó de nuevo a su consultorio.
Dra.: Pase, tome asiento. Entiendo por lo que me cuentan tus abuelos, que eres el nieto mayor y según me han dejado ver el consentido. Que ya no vives con ellos, pero que siempre los visitas y los llevas a pasear.
Yo: Procuro engreírlos, son mis abuelos, y ellos me han engreído cuando era niño, me parece lo más correcto.
Dra.: ¿Y por qué te van a heredar la casa?
Yo: Para que cuando estén viejitos, viejitos y (tocando madera) uno de ellos se me vaya, nadie intente venderla o se vayan a quedar desamparados.
Dra.: Entiendo. Eso mismo me decían tus abuelos. Bueno, continuemos con la entrevista.
Yo: Claro, espero afuera.
Dra.: No, está bien, se sienten más cómodos contigo a su lado.
Dra.: Bueno, Don Eduardo, me decía que usted nació en Sullana, pero conoció a su esposa aquí en Lima.
Abuelo: Si, la conocí aquí, ella trabajaba en San isidro en una casa, donde conoció a Graciela Rodriguez, a quién consideramos la segunda mamá de Manuela, con ella y con Dominga, mi hermana, se iban a la matiné del cine en el centro de Lima…
Dra.: ¿Y cuantos años de casado ya tienen?
Abuelo: Ya 50 doctora.
Dra.: ¡Wow! ¿Y cuál es el secreto?
Abuelo: Paciencia, doctora, mucha, mucha paciencia.
Yo: (Con risas ahogadas)
Dra.: Doña Manuela, cuénteme como es su día a día. ¿Quién lava? ¿Quién plancha? ¿Quién cocina?
Abuela: Yo, doctora, me levanto temprano, Eduardo va por el pan, tomamos desayuno. De allí él se pone a leer el periódico y hace su crucigrama, yo me voy al mercado, de allí cocino, almorzamos viendo televisión en la mesa de la cocina, de allí, llegan mis bisnietos, Eduardo les abre la puerta, y de allí nos vamos a dormir, pero a veces hacen tanta bulla que se nos espanta el sueño. Y los sábados me voy temprano a Caquetá con mi hija, porque es mas barato.
Dra.: Si, es que todo ha subido de precio. ¿Y qué día es hoy?
Abuela: Creo que Martes. Ay, no me acuerdo.
Dra.: Está bien. ¿Pero recuerda qué cocinó ayer?
Abuela: Claro, seco de pollo.
Dra.: Que rico, ¿y eso le gusta a Don Eduardo?
Abuela: Si, pero prefiere el seco de cabrito.
Dra.: Mire, yo nunca he preparado eso, me puede decir la receta.
Abuela: Claro, primero compra el cabrito de leche, lo pone a macerar con ajos, sal, pimienta y chicha de jora...(y así siguió hasta que los tips para que quede jugoso y suavecito)
Dra.: Ya, entonces todo lo meto a la olla y ya.
Abuela: (Con cara de ósea jelou…uno explicándote y tú perdida en el espacio)…NO, tiene que primero macerar la carne para que absorba el juguito y luego…blah, blah, blah…
Dra.: A ya…entonces le echo agua para que quede jugoso.
Abuela: No, no…Martin, tienes una hoja de papel, apúntale la receta. (ya con cara de: A ver si así entiende…esta juventud que no cocina carajo)
Yo: Ya okas.
Dra.: Si mejor, porque soy olvidadiza, pero con todo y esos tips me ha de salir riquísimo. Gracias Doña Manuela.
Abuela: de nada.
Yo: (Copiando como cojinova)
Dra.: Don Eduardo, ¿en qué año nació?
Abuelo: En el 32.
Dra.: ¿Y cómo se llamaban sus abuelos?
Abuelo: No sé doctora, ya habían fallecido cuando nací y no es como ahora, los padres no nos contaban las cosas, además mi madrastra era de esas re-malas.
Dra.: Entiendo, ¿y a que se dedicó de joven?
Abuelo: Yo fui carpintero.
Dra.: Que bueno, ¿y sabe que madera es la de mi escritorio?
Abuelo: Claro, es caoba, pero tiene que darle una lijada y una laqueada porque esta está abollada de las esquinas.
Dra.: Si, es que a veces la chocan. Más bien, yo quería hacer un estante aquí atrás, que me recomienda.
Abuelo: Yo le recomiendo, tornillo, es buena madera, es más barata que la caoba y no es como los muebles esos de melanina que son de una sola vida. Martin, tienes una hoja y un lapicero.
Yo: Sí, aquí tienes Agurtito.
Abuelo: (Dibujando)…mira, podría ser un estante de tres niveles, cajones inferiores y la parte de arriba dividida en tres como y los tiradores de las puertas cuadrados porque son más elegantes, hay unos buenos en Maestro.
Dra.: ¿Allí puedo comprar madera?
Abuelo: Claro, allí hasta la cortan a la medida, allí compro yo materiales para hacer cosas en el taller. Más o menos para este mueble va a necesitar…(enumerando cantidades y escribiéndolas)…que no le vayan a decir más porque le van a estar robando en los materiales.
Dra.: ¿Usted aun hace muebles?
Abuelo: Sí, justo acabo de terminar un repostero nuevo, porque Manuela dice que no hay donde poner vasos. Yo no sé para que tiene tantos vasos y copas.
Abuela: Para las visitas, y también para guardar los azafates doctora.
Dra.: Que bueno que se mantengan activos. ¿Martin, verdad?
Yo: Sí.
Dra.: Mira tus abuelos están súper lucidos y espero que te acompañen por muchos años más. Así que voy a proceder a completar los documentos solicitados.
Yo: Gracias.
Dra.: Aquí tienes. La mejor de las suertes y sigue engriéndolos.
Yo: Claro. ¿Ortiz, Agurtito, vamos a comernos un ceviche?
Abuelo: Ya pues.
Abuelo: Ya, pero primero, voy al baño.
Abuelo: ¡Toda la vida!
Abuela: Dale la receta a la doctora.
Yo: Ya no te preocupes.
Dra.: Que bello ver a un nieto cuidando a sus abuelos.
Yo: Hago lo que ellos hicieron conmigo cuando yo era pequeño.
Y bueno, ellos nerviosísimos, pero todo salió bien. Desde entonces jamás olvidaré a mi abuela repetir la receta del seco de cabrito, ya con cólera jaja. Pero así es mi abuela, arrebatada. Y mi abuelo súper honrado.
La casa, seguirá siendo para mis abuelos, y cuando ellos ya no estén me encargaré de cumplir su voluntad. Ojalá eso no suceda pronto.
Precioso gordo bello, me encantó sobretodo me reí a más no poder
ResponderEliminarYa sabes a quien heredé lo arrebatado! Besos.
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