Decisiones (Ave María), cada día (Si señor).
Alguien pierde, alguien gana ¡Ave María!
Decisiones, todo cuesta.
Salgan y hagan sus apuestas,
¡Ciudadanía!
Alguien pierde, alguien gana ¡Ave María!
Decisiones, todo cuesta.
Salgan y hagan sus apuestas,
¡Ciudadanía!
(Ruben Blades)
Vivimos diariamente
lidiando con stress, con el tráfico, con las cosas inesperadas del mundo. Y vivimos
pendientes de tomar la mejor decisión a cada momento puesto que sabemos que
debemos de vivir con los resultados de cada una de nuestras decisiones. Así que
día con día optamos por lo que consideramos mejor, por una buena o mala
alimentación, por hacer ejercicio o que nos valga madre las recomendaciones médicas,
por resolver o no conflictos emocionales y/o familiares, por seguir con nuestra
pareja o no, por conciliar suficiente sueño o hacernos los bacanes y
desvelarnos hasta que el cuerpo pide chepa.
Pero qué hay de
aquellas decisiones en las que no tenemos ni voz ni voto, como por ejemplo
nuestra propia concepción, no importa si fuimos el producto de un metódico plan
de paternidad responsable o un chiripazo. Tampoco tuvimos opción a opinar en el
número de hermanos que tuvimos, el credo con el que se nos crio, entre muchas
otras cosas más.
Y no es sino hasta
nuestra adolescencia donde nos damos cuenta que nuestras decisiones pueden
liderarnos a la experiencia más gratificante o a la cagada más extrema de
nuestras vidas. Y esa vertiginosa necesidad de tomar decisiones se extiende
hasta poco antes de morir. Claro, hay excepciones, personas que son tan
organizadas que dejan comprado su nicho, pagado su servicio funerario, y todo
detalle en cuanto a la celebración de su funeral (*). Y no es porque sean
fatalistas y maniacodepresivos, sino más bien demasiado ordenados y hasta
obsesivo compulsivos.
Y así como ponemos
mucho esfuerzo físico y anímico tomando decisiones variopintas que van desde
levantarse 5 minutos más tarde o de plano mandar todo a la porra. Aun no
podemos tomar la mayor de nuestras decisiones, al menos no en nuestro país, y
esa es decidir el día, la hora y el lugar donde poner fin a nuestra vida, si,
en otras palabras suicidio asistido o eutanasia.
Y es que sólo en
Países Bajos, Bélgica, Colombia y Luxemburgo la eutanasia es legal, y esto
involucra solo a personas que han dispuesto no prolongar su vida con la
asistencia de máquinas (respiradores, etc.) y cuyos familiares en el caso de no
existir un documento firmado serán los encargados de tomar esa decisión. En
cuanto al suicidio asistido es legal en Suiza, Alemania, Japón, Canadá y 5
estados en Estados Unidos. Y que quede en actas que para considerar un suicidio
asistido, el paciente ha de tener una enfermedad terminal, estar muy bien
informado del procedimiento médico y firmar los permisos correspondientes, en cuyo
caso, un doctor o un enfermero capacitado brindara los medicamentos necesarios
(barbitúricos, antieméticos y sedantes) para ayudar al paciente a cumplir con
sus deseos, debemos hacer hincapié en que dicha opción no es para adolescentes
o adultos deprimidos y cansados de la vida.
Y pues si uno quiere
matarse, se mata y ya, sin tanta alharaca, y obvio que no voy a hacer la lista
de las maneras más efectivas de hacerlo. Sin embargo, soy de las personas que
cree que uno debería poder elegir el momento para decir adiós, organizar una
reunión con amigos y familia, divertirse en grande, decirles que los ama y
poder despedirse apropiadamente de ellos y luego simplemente dejar de existir
de una manera indolora (quizás para compensar la cantidad de dolor que ha
tenido en su vida).
Y aquí habrá
discusiones y argumentos de todo tipo, calibre y de índole psicológico y también
religioso. Pero, ojala algún día ese estigma que se tiene sobre las personas
suicidas se acabe y uno simplemente lo llegue a aceptar como una decisión más.
Ya que no decidimos el venir a este mundo, al menos deberíamos de poder decidir
cuándo partir.
Los comentarios oscilaran
entre: Que cobarde, que egoísta y pecado. Pero no todos en el mundo creen en el
mismo dios, no todos tienen el mismo concepto de pecado, no todos creen en el
infierno. Después de todo, si fuese legal el poder suicidarse a cierta edad
como en algunas películas, futura generaciones tendrían más recursos naturales,
digo no?
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