Si tienes un vaso frente tuyo cuyo contenido liquido es
exactamente la mitad de la capacidad del mismo. ¿Está el vaso medio lleno o
medio vacío?
Si lo ves medio vacío, asumiríamos que eres una persona
pesimista, de esas que abundan por doquier, si por el contrario lo ves medio
lleno, la mayoría te definiría como un optimista irreconciliable con la
realidad. Lo cierto es que esa percepción varía de individuo a individuo y de
minuto a minuto.
Ahora bien, si me preguntases como vería el vaso, pues allí
cambia la cosa, como siempre tengo sed (de camello como suelo decir) y/o
necesito agua para tomar mis pastillas, te diría: primero pregunto de quién es
el vaso, si nadie lo reclama, y veo que el agua está limpia pues me tomo el
agua así de simple y si veo que esta turbia se la echo a mis plantitas.
Supongo que estos años en que mis dolores son más intensos y
limitantes, y sobretodo imposibles de anticipar, he aprendido a ser un poco más
agradecido con el día a día.
Y es que aunque a veces tenga que cerrar mis ojos muy
fuerte, concentrarme en un solo punto para poder dar un paso por estar tan
mareado como trompo, hacer puño con una mano y cubrirla con otra para calmar
los pequeños temblores, pellizcarme la pierna para que reaccione o deje de
temblar, o quizás aguantar la respiración cuando que mi cuerpo se resetee, o
simplemente tenga que inyectarme un cocktail de analgésicos para borrar
cassette , aún estoy vivo, aun puedo disfrutar de la variopinta experiencia que
es ésta vida. Además tengo mucho por lo que seguir adelante, por lo que
levantarme al día siguiente, por lo que sonreír, tengo mucho que agradecer.
Aún tengo a tres de mis abuelos, cuyos abrazos son los más
cálidos y reconfortantes que se pueda pedir, tengo unos padres a los que aunque
les he sacado canas verdes, me aman y se preocupan por mí, tengo tres hermanas
con las que no siempre estoy del todo de acuerdo, pero sin embargo están allí
para mí y son las que me han dado los mejores regalos del mundo – seis
sobrinos, tengo a mi lado a un hombre maravilloso, que aunque me haga renegar
porque es olvidadizo y porque a veces sufre de “sordera selectiva”, me ha
acompañado en los momentos más alegres y los más difíciles, aguanta mis
radicales cambios de humor, mis múltiples e impredecibles dolores y como si
fuese poco sabe que cremas me gusta añadirle a mi “salchipapa” y se come todos
mis experimentos culinarios, tengo sobrinos que veo, no con la frecuencia que
desearía, pero que cuando me ven corren a abrazarme a colgarse de mi cuello
contracturado, que me dan la mano para bajar la escalera y con quienes reniego
como si fuesen mis hijos, y juego como si tuviese su edad, con soldaditos,
piezas de lego, muñecas, figuras de acción y hasta con los cojines del sofá.
Tengo un trabajo, que aunque a veces genera un stress incontrolable y mi cuerpo
lo resiente sobremanera exigiendo una dosis más alta de medicamentos, me gusta,
me permite expresarme, me permite sentirme útil.
Así que, supongo que no importa si el vaso está medio lleno
o medio vacío, sino que tenga agua, que este limpio y que lo puedas beber. Así
que a vivir la vida, a veces no tan color de rosa, a veces no tan serena, a
veces no tan bella como quisiéramos, pero tan bella como podemos hacerla
nosotros mismo. Y si, citaré a Susy Díaz: Vive la vida y no dejes que la vida
te viva. Así que pinta, dibuja, toma fotos, viaja, abraza, ríe, canta
desentonado, baila como si nadie estuviese viendo, salta en los charcos después
de la lluvia, acuéstate en el césped, ten sexo o lo que más te guste (whatever floats your boat dude), has todo
lo que desees que no lastime al otro y procura por encima de todas las cosas
ser feliz...an ye harm none, do what ye wilt!
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