Que extraño se siente volver a escribir cuando todo parece
tan indescifrable como uno de mis acostumbrados sueños durante la madrugada. Debo
confesar que no estaba en mis planes el escribir esto, al menos no en mi “To Do
List” a corto plazo, pero así es la vida, o mejor dicho así es nuestra hermana
Muerte, tan sigilosa, inesperada y siempre puntual con su propia agenda, asumo
que lo único certero de esta vida es su final, a todos nos llega, a unos nos avisa
de su pronto arribo, a otros los visita mientras están durmiendo o haciendo
algo rutinaario como tomar el bus, cruzar la pista, tomar desayuno, besando al
amor de su vida, duchándose o poniéndose las medias antes de ir a trabajar.
Hoy desde este rinconcito cibernético, utilizo mi teclado
para despedirme de un hombre al que llegue a conocer un “cachito” de su ser,
alguien que me acogió con los brazos abiertos en su casa como si fuese su
propio hijo y no el “amante/novio/concubino” de su hijo mayor. Hoy le digo
adiós a un hombre que con pocos gestos afectuosos y muchos otros cotidianos, me
hizo ver la calidad humana de su ser y el gran corazón que tenía.
Hoy le digo adiós a Don Froilan Herrera, mi “suegro” aún
cuando nunca me atreví a llamarlo así a los ojos, no sin antes agradecerle por
todo, por nuestras charlas en su casa, en la nuestra, por las tardes que nos
pasamos frente a la computadora llenando crucigramas y buscando palabras
nuevas, por sus anécdotas comiquísimos, por esa alegría inanta en su voz y su
sonrisa contagiante, por las veces que hicimos frente común contra la
malhumorada laptop que nos hacía la batalla cuando se cruzaba. Por las veces
que compartimos la mesa, las navidades, los cumpleaños, y los paseos en los que
me incluyó como parte de la familia, sin distinción alguna. Por nuestra
aventura culinaria, buscando yogurt natural para la ensalada waldorf un 24 de
Diciembre a las 10 pm, en la somnolienta y fría ciudad de Arequipa, eso historia
y los chismes de la familia, siempre serán sólo nuestros. Sus maneras amables y
optimistas.
Quiero pensar que el hecho de que ambos naciéramos en
octubre (usted el 5 de Octubre de 1936 y yo el 3 de Octubre de 1981) y
compartamos el mismo elemento mágico y la misma inquietud por conocer un
poquito de aquí, un poquito de allá, nos favoreció enormemente. En verdad me
hubiese gustado verlo para saludarlo con un fuerte abrazo como era nuestra
costumbre, sin saber que este también serviría de despedida. Me hubiese gustado verlo aquí en Julio para
celebrar su 50 Aniversario, sólo los 4. Pero ya habrá tiempo, algún día nos
volveremos a encontrar y estoy seguro de que nos daremos ese abrazo.
Sabe, me hubiese gustado tener “esa” charla y asegurarle que
cuidaré de César como él cuida de mí, y que aunque sé que a usted le hubiese
encantado el César, su primogénito, se casará y tuviese hijos, que lo fuesen a
visitar en fiestas y ocasiones especiales, sé que se alegraba por el simple
hecho de ver a su hijo feliz. No se
preocupe, yo me encargaré de llamar a Cesar por las mañanas para que no sé
quede dormido y estaremos pendientes de Rosa. Adiós Don Froi, o mejor dicho,
hasta luego y desde su lugar de descanso eterno, échenos la bendición!
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