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Mostrando entradas de 2019

Ariana

Hoy hace catorce años, un martes con una ligera garúa, estábamos esperando fuera del hospital un preocupado abuelo y un histérico tío. Mi hermana estaba en sala de partos y mi mamá había logrado colarse dentro de las instalaciones médicas. Mi papá se tocaba el cabello que en ese entonces no era tan cano como ahora y aunque no lo decía estaba nervioso y hasta ansioso, su primera nieta estaba por nacer. Después de haber contado algunos chistes y agotar nuestros temas clásicos de conversación, salió mi mamá y nos informó que la bebé había nacido y tenía 10 dedos en manos y 10 en pies, que era pelona y cachetona. Aquella niña, fue bautizada con el nombre Ariana Victoria Silva Cáceres, la vimos crecer, aprender a comer, a caminar, a correr y ahora la vemos ya convertida en la típica adolescente que a veces responde mal, voltea los ojos, y hace sonidos extraños entre dientes, pero también es el vivo retrato de mi hermana, aun cuando no luzcan iguales, comparten el mismo espíritu, la

Hoy sería distinto...

Hoy hubieses cumplido 80 años, y aunque hace un tiempo ya no caminabas, ni corrías a la cocina a servirnos más comida, con la frase “un poquito más”. Hoy la hubiésemos pasado juntos riendo de todo y de nada, comiendo, pues así se celebra la vida y el estar juntos en familia.  Hoy hubieses visto mi barba que con los meses se pone más blanca. Hoy hubiese acariciado la panza de Rosa que está cada día más grande, y hubieses preguntado por los rulos de Edu, hubieses visto a Ariana ya una señorita, y hubieses visto a César y me preguntarías si le sirvo más comida. Hoy te hubieses sentado al lado de mi abuelo Santos, y comeríamos torta, tomaríamos vino, y ya llenos de tanta comida, y con los músculos de la barriga adoloridos de tanto reír, te hubiésemos dicho, nos vemos pronto. Pero, la historia se escribe a sí misma, con su propio estilo y en sus propios términos. Tuviste una vida difícil y aun así sonreíste siempre, lograste ver a tus nietos y hasta tus bisnietos y en ellos dejaste

Carta para mi....de mí!!!

Querido yo, Si tú, a ti te estoy escribiendo y hasta parece lo más loco que he hecho, pero bueno una raya más al tigre, qué más da, después de todo siempre hablas solo cuando nadie te ve. Sé mejor que nadie que hay días difíciles, días en los que levantarte parece ser la proeza física más increíble, días en que por más que tu cerebro se canse de dar órdenes a tus músculos para que se movilicen con normalidad, eso no sucede. Sé que hay días en que caminar es tortuoso y ni qué decir de subir las escaleras del británico, las que has contado escalón por escalón, por si estás tan mareado que no sabes si hay un escalón o no, entonces los cuentas, para no sacarte la mierda… “adolorido pero con dignidad”. Sé que el sol, el ruido, la luz reflejada en superficies como la pizarra te hacen doler los ojos, y aun así sigues leyendo a Sylvia Plath en tu laptop. Sé que te despiertas con la boca seca, con un dolor abdominal como si te apretasen los intestinos, que te dan nauseas matutinas casi tod

Tamalitos verdes

Un día como hoy, hace tres años, estaba mensajeándome con mi mamá, coordinando a qué hora irían a casa de mi madrina, yo les daría el alcance al salir de clases. Y recuerdo, llegar con camisa una manga corta, con una cara de cansancio y un calor espantoso a la siempre acogedora casa de mi madrina, recuerdo haber subido los tres tramos de escaleras, saludar a mis abuelos, mis tías, mi mamá, mis primos, y escabullirme a la cocina, donde estaba mi madrina con su cabello rizado, y su frente con perlas brillantes por el estupor de la estufa encendida.   Mijo, viniste, exclamo con su voz que aún resuena en mi mente y su sonrisa dulce. Claro conteste. Ya me alisto y salgo, replicó. Ya, ahora sí espero afuera, le respondí.  Al poco rato salía más fresca a conversar con todos los que habíamos caído como paracaidista a celebrar su cumpleaños. Luego se servía la comida, y podían ver en los ojos de todos los asistentes, que sería simplemente un manjar, y es que no hay mejor comida que la que

Depresion

Hace unos días encontré una imagen en la red que comenzaba así. Y quizás tenga razón, sentirse triste y melancólico, vacío y apático por algo que sentimos que nos falta, no es acaso estar, de cierto modo, estancado en el pasado. Y si eso es así, pues me he quedado estancado en el pasado, añorando todo lo que he perdido hasta la fecha, mi abuela Chela, mi tía abuela Dominga, mi abuela Benita y mi madrina Trini, y en algún momento me perdí a mi mismo. Y ustedes, dirán Juat?! Pero si tú ya eras un perdido! Sorry, with excuse…well, quizás un poquito. Pero sí, me perdí a mi mismo y me extraño. Extraño las cosas sencillas de la vida…el poder despertarme descansado sin la boca seca y amarga, sin esa sensación de resaca medicamentosa, levantarme sin tener que comprobar si mis piernas y brazos no están entumecidos y me vaya a sacar la mierda al pararme, el poder ducharme sin que el agua me duela en la piel, el poder ponerme las medias sin que mi espalda se sienta quebrada como plato vidrio

Decisiones

Decisiones (Ave María), cada día (Si señor). Alguien pierde, alguien gana ¡Ave María! Decisiones, todo cuesta. Salgan y hagan sus apuestas, ¡Ciudadanía! (Ruben Blades) Vivimos diariamente lidiando con stress, con el tráfico, con las cosas inesperadas del mundo. Y vivimos pendientes de tomar la mejor decisión a cada momento puesto que sabemos que debemos de vivir con los resultados de cada una de nuestras decisiones. Así que día con día optamos por lo que consideramos mejor, por una buena o mala alimentación, por hacer ejercicio o que nos valga madre las recomendaciones médicas, por resolver o no conflictos emocionales y/o familiares, por seguir con nuestra pareja o no, por conciliar suficiente sueño o hacernos los bacanes y desvelarnos hasta que el cuerpo pide chepa. Pero qué hay de aquellas decisiones en las que no tenemos ni voz ni voto, como por ejemplo nuestra propia concepción, no importa si fuimos el producto de un metódico plan de paternidad responsable o un chiripazo.