Querido yo,
Si tú, a ti te estoy escribiendo y hasta parece lo más loco que he
hecho, pero bueno una raya más al tigre, qué más da, después de todo siempre
hablas solo cuando nadie te ve.
Sé mejor que nadie que hay días difíciles, días en los que levantarte
parece ser la proeza física más increíble, días en que por más que tu cerebro
se canse de dar órdenes a tus músculos para que se movilicen con normalidad,
eso no sucede. Sé que hay días en que caminar es tortuoso y ni qué decir de subir
las escaleras del británico, las que has contado escalón por escalón, por si estás
tan mareado que no sabes si hay un escalón o no, entonces los cuentas, para no
sacarte la mierda… “adolorido pero con dignidad”. Sé que el sol, el ruido, la
luz reflejada en superficies como la pizarra te hacen doler los ojos, y aun así
sigues leyendo a Sylvia Plath en tu laptop. Sé que te despiertas con la boca
seca, con un dolor abdominal como si te apretasen los intestinos, que te dan
nauseas matutinas casi todos los días, y que no puedes respirar profundamente porque
los cartílagos intercostales están inflamados, entonces hasta eso te duele, sí,
sé que vas a gran putear a la vida.
Sí, sé que a veces te duelen las plantas de los pies aun cuando estás
recostado, que la espalda la sientes como un saco de arena que ha sido golpeada
por Jonathan Maicelo, que los dedos de la mano te duelen como si hubiese estado
jugando con tunas toda la mañana y las espinas se hubiesen quedado en ellas. Sé
que te dan bochornos, que a veces tienes sarpullido en el pecho después de
ducharte con agua caliente, que la ropa a veces te pica y te duele aun cuando
la hayas remojado en litros de Suavitel. Sé que ya no puedes caminar largas
distancias como lo hacías hace unos años, que estás pensando en usar bastón por
sí se te adormece la mitad del cuerpo como a veces sucede, y que has aprendido
a escribir muy bien con la mano izquierda.
Sé que cortar una simple piña te hace doler los hombros, que estás
cansado y que tragas chocolate para que el golpe de azúcar no te deje bostezar
a diestra y siniestra. Sé que estás triste, bueno más que eso, estás deprimido,
que te sientes inútil, que a veces te sientes tan falto de alegría que lo único
que quieres es morir, sé que estas deprimido, que los ansiolíticos y los
antidepresivos te dan aún más sueño, y aun así no logras dormir lo suficiente
para sentirte descansado, y que hay fines de semana que sólo te levantas de tu
cama para ir al baño, y que abrazas tus 6 almohadas esperando que el dolor
pase, que al día siguiente puedas ser siquiera actuar como una persona de 37
años y no como una de 100.
Sí, sé que la fibromialgia parece definirte últimamente, que has probado
desde medicina moderna y antidepresivos, hasta acupuntura, terapia de ozono y
suplementos vitamínicos, hasta ciertas posiciones de yoga y meditación con
velas e incienso, y que nada te quita el dolor, solo te ayuda a relajarte un
rato, sólo te ayudan a sobrevivir una crisis. Sí, sé que has tenido que lidiar
con doctores que te miran y que no saben que el diclofenaco no me hará ni
cosquillas, que creen que me invento los síntomas, que se muestras reacios a
ponerme intravenosas con 4 tipos distintos de analgésicos, sé que has lidiado
con enfermeras que no saben poner la vía y te terminan moreteando ambos brazos
aun cuando les pediste gentilmente que te pusieran la vía en el dorso de la
mano, sé que estás cansado y que a veces haces matemáticas para ver si con la
cantidad de analgésicos en casa te podrías producir un coma sólo para que el
dolor pare.
Sí, yo sé que a veces lloras a solas, con esos llantos profundos y
rápidos, para que nadie más lo note, sé que hay días en que no solo comes una
vez al día porque tu cuerpo lo único que te pide es tu cama, sé que estás
molesto con la vida, que no sabes a quien culpar, que tienes arranques de ira y
gritas, y eso es impotencia, no saber cómo acostarte o en qué posición sentarte
o ponerte de pie para que el cuerpo deje de doler es lo que te tiene así. Sí lo
sé, y si escribo esto, es sólo para recordarte todo lo bueno que aún tienes a
tu alrededor, si, a pesar de que a veces todo se vea tan apocalíptico y te
pases todo el día durmiendo porque agotaste tu reserva de energía para ir a
trabajar, sí, tienes cosas buenas a que aferrarte, a tu cocina, a tus versos, a
la música que te serena cuando el llanto está por romper como una cascada sin
control alguno, tienes a tu familia, a tus amigos, tienes a alguien que hace
todo lo posible por comprender que te duele hasta el cabello, aun cuando a
veces se le olvide, y aun en tus arrebatos coléricos, él está allí.
Así que cuando estés triste, cansado, y te sientas un costal de carne deteriorado
recuerda las cosas bellas en tu vida, cuéntalas lentamente y aférrate a ellas,
sé que puedes, sí, sé que puedes seguir adelante, sé que puedes seguir
sonriendo, sé que puedes seguir diciendo que estás bien aunque con sueño, sé
que puedes seguir…un día a la vez, un día más y luego otro, y luego otro…sí
puedes.
Cada que estés postrado en la cama por casi 48 horas, cuenta las cosas
buenas de tu vida, duerme un poco más y levántate, no importa que tanto te
duela, sigue adelante…yo sé, que sí puedes.
Podemos…sé que podemos.
So mote it be!!!
Carlos
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