A
veces nos preocupan cosas que sabemos que nos darán satisfacción inmediata,
como comer en un restaurante elegante y está bien, ir de vacaciones a un lugar exótico
y está bien, alocarnos y comprar una tonelada de ropa, perfumes y está
perfectamente bien, muchas veces nuestra idea de felicidad está en poder
gastar, y está bien.
Pero
a veces nos olvidamos que la verdadera felicidad está delante de nuestras
narices….la felicidad es poder estar al lado de los seres más importantes en mi
vida, para mí, mi familia.
Ayer
fue cumpleaños de mi abuelo, y tengo que reconocer que la vida ha sido generosa
conmigo y espero lo siga siendo mucho más, mis cuatro abuelos me acompañan
hasta el día de hoy, pocos pueden declarar lo mismo.
Ayer
mi abuelo, Eduardo Agurto Flores, más conocido como Agurtito, cumplió 85 años,
con esa sonrisa que siempre me ha inspirado, con esa tranquilidad que transmite
tanto sin decir una sola palabra. Y saben algo, el ver a mi abuelo, el escuchar
sus anécdotas, es algo que considero como lo más enriquecedor que hay en esta
vida, si algo atesoro en mi vida es mi familia.
Recuerdo
las veces que me paseo en su bus, como me enseño a manejar algunas máquinas del
taller, como separábamos clavos por su tamaño, sus sentido del humor, hay
tantos recuerdos con mi abuelo que pasaría mi vida entera enumerándolos, pero
quizás los recuerdos más importantes que tengo de él son sus enseñanzas: ser honrado,
reconocer tus errores (si la cagaste la cagaste, acepta las responsabilidades…caballero
nomás, discúlpate y tratar de solucionarlo), defender lo que uno cree, no hacerle
mal a los demás, saludar siempre, reír pero también llorar.
Y
si alguien preguntase a mis hermanas, tías, primas, tíos, primos e incluso a mi
papá, a quién admiras, todas dirían: a Agurtito, y es que para nosotros el
representa, la paciencia, la perseverancia, la disciplina, pero sobre todo el
afecto…para alguien cuya vida a estado llena de momentos difíciles y de escenas
tristes, debería ser fácil el ser sombrío y callado, pero no él.
Lo
más bacán de todo es encontrarse en la calle con un vecino o un amigo de tu
abuelo y que este te diga, cuídalo es un tipo de la puta madre, o si no fuese
por tu abuelo…, o que se acerquen a saludarlo con un respeto y afecto
impresionante es algo que me llena de dicha, me hace pensar de que en el mundo
hay personas realmente buenas y que tengo la suerte de haber conocido a una y
sobretodo poder llamarle abuelo.
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