Dicen que la verdad libera, pues, no sé hasta que
punto eso sea cierto, los que me conocen, en especial mi madre, mi gordis y mis
familiares mas cercanos saben que hay cosas que odio y otras que me aterran.
Por ejemplo, a los 7 años, una cucaracha voladora
salió de la nada mientras limpiábamos la casa como era de costumbre con mis
hermanas y mi mamás, y la muy bitch, voló directo a mi, se poso sobre mi pecho,
y trate de espantarla y ella solo revoloteo, de allí mi trauma con las malditas
cucarachas, no las puedo ver ni en pintura, si veo una en el jardín de la
entrada de la casa de mis abuelas, llamo a mi mamá por teléfono para que salga,
la mate y de allí doy un brinco de ballerina para poder entrar en la casa, si,
sé que es recontra cabro, pero sorry con excuse me, no las tolero. Es más, la
única practica de anatomía de invertebrados que desaprobé cuando estudiaba en
la universidad, fue precisamente en la que se suponía que debíamos diseccionar
a una y analizar cada parte en el microscopio y luego dibujarla con detalle…mi
profesor Vásquez (el alto, pues, teníamos dos y el chato también se llamaba Vásquez,
pero el enseñaba química) me dijo: Carlos, tu turno, secciona la cabeza del tórax
y luego has un corte transversal al cráneo”, en menos de 10 segundos le
respondí (dando un salto de medio metro hacia atrás): “Si quieres jálame desde
ya, pues a esa cucaracha no me acerco”, el replico: “Pero son 20 puntos”, yo
sólo añadí (con toda la dulzura que podía demostrar en ese momento): “Me valen
madre los 20 puntos, me puedes poner -20 si quieres, pero yo no me acercaré a
esa cucaracha, a menos que tenga un traje anti-radiación puesto”, me di la
vuelta de manera dramática y me fui de clase. Luego recupere los puntos cuando
abrí un cuy y le extirpe todos los órganos y por si fuese poco con un solo
corte certero.
Otra cosa a la que siempre le tuve miedo fue al
alcohol, si ya sé, suena tonto que me de miedo algo que me encanta hoy en día,
pero bueno, tener un padre con tendencia alcohólica y violenta, pues marca la
niñez y durante mi adolescencia, lo que menos quería era embriagarme y
parecerme a él, ahora sé que mi cuerpo aguanta grandes cantidades de alcohol,
de variados tipos por cierto, además de sedantes legales y esas cosas, sin que
me vuelva violento, no diré tosco, pues siempre lo he sido, pero bueno, desde
que comencé a laborar en donde laboro actualmente, el trago ha sido parte de mi
vida.
Siempre digo que tengo “Complejo de Herodes” o “Alergia
a los niños”, eso lo saben todos, hasta mis jefes, pues en verdad me irrita
sobremanera trabajar con niños, pero no toda la vida fue así, fui profesor de
inglés en un pequeño colegio y enseñaba tatatatatan a niños de Inicial y
Primaria (de 3 a 9 años) y lo disfrutaba sobremanera, me gustaba pintar en el
piso con ellos, jugar, ensuciarme con tempera y contemplar todas las cosas
graciosas y locas que esos enanos hacían y las risas genuinas que me arrancaron
así como la manera en que me miraban y para ellos era el Teacher gigante de
barba y super cool…pero todo cambió un 21 de noviembre de 2003, cuando una de
mis alumnas de segundo grado, a la que por cierto no le gustaba para nada el Inglés,
pues siempre perdía clases por ir al hospital, falleció, padecía de leucemia, y
desde entonces no enseño niño, o al menos hago lo imposible por no hacerlo, son
tan frágiles, me parece irritante la manera en que cambian de colores para
escribir, la manera en que pierden el tiempo abriendo y cerrando su mochila y
tirando su cartuchera al piso, sin darse cuenta que cada segundo que vivimos
también morimos, sin darse cuenta que el hoy es único y que mañana quizás no
estemos aquí…supongo que desde entonces cada vez que me asignan enseñar a
niños, me siento trsite y como esa sensación me parece agresivamente
contradictoria con el “nuevo yo”, así que la coraza de alérgico a los chuckies,
como así los llamo, es mi manera de afrontar este duelo constante…ahora ya lo
saben. Lo bueno, es que a mi gordis, aun cuando le gustan los niños, no los
aguanta más de 5 minutos y tampoco ha pensado en tenerlos, así que ampay me
salvo, aunque a veces nos preguntamos cómo sería un hijo nuestro: alto como yo,
con su cabello crespo, con mis ojos o sus ojos, en fin, cosas locas que uno
piensa cuando hay exceso de tiempo.
En setiembre del año pasado falleció mi hermana, mi
familiar, Mota, mi compañera cuadrúpeda durante más de 16 años, aún extraño su
nariz húmeda sobre mi oreja por las mañanas de invierno, el pelearme de
madrugada por mi almohada, la cual me la arranchaba con los dientes para
acostarse cómodamente a mi lado, extraño la manera en que apoyaba su quijada
sobre mi pierna derecha, cuando estaba sentado en el piso, en flor de loto
rezando, y luego empujaba el cuarzo rosa que la simbolizaba junto a la vela y al
cuarzo traslucido que era mío, sus ladridos 3 minutos antes de que llegará (según
reporta mi mamá) y la forma histérica como corría cuando veía su correa para
salir a pasear. Y desde entonces no quiero otro familiar, allá en el otro lado,
me espera y cuando estemos juntos correremos detrás de los espíritus que nos
visitaban a las 3 de la mañana, sólo que esta vez, seremos capaces de verlos
claramente y no sólo sombras. No queremos gatos en la casa pues todo lo
rasguñan, y otro perro, pues no habría forma de sustituirla.
Odio las combis, lo inseguro va en segundo plano,
lo pequeño e incómodo va primero, además las ventanas cerradas todo el tiempo,
y que huele a “burro” o como dice Maricris a “Pesopo”, agggg la sola idea me
eriza los cabellos, gracias a los dioses, ahora vivo a 3 cuadras de mi trabajo
y camino ida y vuelta, sobre todo cuando garúa o esta nublado y siento que todo
es engullido por una dimensión fantasmagórica.
Que aborrezco sobremanera a los que no saludan, y
que los padres cuyos padres niños corren como pollos descabezados en los
supermercados y centros comerciales, sin supervisión alguna compiten por el
primer lugar con los agentes de seguridad de los hospitales públicos cuyas
habilidades sociales bordean lo nulo.
Y tú, que odias? A que temes? Vamos has catarsis,
ya, ya!
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