Hace 8 años comencé con calambres nocturnos casi todos las noches,
adormecimiento en las manos, piernas, periodos en que mi vista se nublaba y me
ardía sobremanera, también episodios de migraña con vértigo y dolores en
múltiples articulaciones y partes de mi cuerpo, laringitis frecuentes, náuseas
matutinos y otros síntomas. Visite a un traumatólogo y un reumatólogo y ambos
me mandaron a bajar de peso y terapias físicas y uno que otro analgésico. Procuré
comer más sano, y tire la toalla porque aun cuando mi dieta fuera la más
estricta, seguía con ataques de dolor de cuando en cuando. La neuróloga me dijo
que las migrañas eran stress, así que procure dedicarle un poco más de tiempo a
mis hobbies, buscar alternativas a la medicina occidental: reiki,
cristaloterapia, meditación, y un par de sesiones de acupuntura y obvio nada me
funciono, seguí haciendo terapia física de vez en cuando y me volví adicto a
los AINEs (Anti-inflamatorios no esteroides) los cuales compraba por cajas de 100
y me los tomaba con tic tac, si bien el dolor no desaparecía, al menos
disminuía y me permitía seguir con mi vida. Mis vistas a la sala de emergencia
de las clínicas cercanas a mi domicilio se volvieron cada vez más frecuentes,
un par de inyecciones, más pastillas y de nuevo a casa a dormir un par de días
y regresar a mi vida “normal”, adolorido pero funcional.
Pero no es hasta hace como 4 años, me decidí a bajar de peso a toda
costa y lo logré, y los dolores aún eran parte de mi rutina diaria. Así que
decidí incorporar un poco de ejercicio, así que caminaba primero 3km, luego 5km
y luego llegue a 20km, si bien me fatigaba un montón, las migrañas seguían y además
del molesto dolor punzante y ardor en ciertas áreas de mi cuerpo, comencé a
notar la perdida de sensibilidad en zonas de mis piernas cólicos espantosos, vértigo,
zumbido en los oídos y disminución de mi memoria a corto plazo. Seguí en la
búsqueda del doctor que me dijera que tenía y cómo lograr enfrentarme a ello, o
al menos que me diera “pepas” mucho más fuertes. Vi a varios médicos, muchos de
ellos me decían es stress y otros simplemente me daban las mismas pastillas de
siempre y me miraban con cara de “adicto” o alguien que se inventaba las cosas,
y es que es difícil decir me duele aquí, me duele allá, y que te revisen y no
haya una lesión aparente que justifique o valide tu queja.
Y así transcurrieron unos años más, hasta que hace como 1 año, un neurólogo,
después de evaluar mi caso comprobase que daba positivo a dolor en 17 de los 18
puntos de dolor que indican fibromialgia, además de presentar muchos de los síntomas
asociados a dicha enfermedad (79 de 94 para ser exacto), y yo con mi cara de “oh
yeah, bring it on, bitch”, dime como se cura, me fui al suelo cuando me dijo
procuraremos calmar el dolor o al menos disminuirlo, pero eso no se cura.
Y bueno, desde ese entonces vivo tomando un cocktail de analgésicos neuropatico,
antidepresivos, un cajón lleno de tubos de ketoprofeno en gel, compresas
calientes, compresas frías, jarabes expectorantes y antitusígenos, antihistamínicos,
pastillas que mejoren la irrigación sanguínea, suplementos vitamínicos. Una
grandiosa mezcla de productos farmacéuticos que han reducido el dolor mas no lo
ha erradicado y cuyos efectos secundarios van desde cansancio extremo hasta
problemas de articulación del lenguaje, pero bueno, c´est la vie…un día a la
vez…lo único que pretendo con ese post es visibilidad, pues el dolor es real,
aun cuando mi cuerpo siga “ileso” y yo siga riéndome como histérico, procurando
seguir haciendo las cosas que más amo: mi trabajo, salir con mis sobrinos, cocinar,
escribir cojudeces y otros quehaceres más intensos.
Y si, no soy el único con una dolencia, hay muchos cargando sus propias cruces, enfrentando sus propios demonios a diario, pero a diferencia de otras condiciones médicas, la Fibromialgia no es algo tan conocido, ya que solo entre el 3 y 6% de la población mundial lo sufre. Además a dos días de recordarse el Día Mundial de la Fibromialgia, pues me pareció lo más adecuado.
Así que a apechugar nomás!
P.D.: Si conoces a alguien que sufra de fibromialgia o de neuropatías
asociadas a otras enfermedades, sé amable, procura hacerlo reír, tenle
paciencia cuando se pierda agilidad física y mental, pero sobretodo échale
porras y nunca bajo ninguna circunstancia le “gorrees” sus “pepas”.
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