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La invitación

Estar en pareja nunca ha significado un recorte a mis libertades personales, salgo con amigos, me voy a visitar a mi familia, me voy al cine con mis sobrinos, me voy a desfalcar restaurantes  con mi apetito voraz sólo mis pensamientos y yo. Encuentro que tener pareja no significa pertenecerle al otro sino estar con esa persona porque así se desea, y porque el tiempo transcurre de manera muy distinta a su lado. Sin embargo pasar tanto tiempo con la misma persona tiene sus desventajas, te acostumbras muchas veces a no decir que bien se ve la otra persona o como te pone cuando camina por tu lado y lo único que quieres es tocarlo y bueno...todo lo demás, y lo mismo pasa con uno mismo, con el pasar de los años en pareja a veces sentimos que nuestro sex-appeal esta de “capa caída” y aunque uno no esté buscando que le lancen un piropo o una mirada coqueta, el que eso suceda, sin lugar a dudas te sube el ego, reafirma  tus jamones mucho más que el más profesional trabajo de lifting, y funciona mejor que cualquier terapia psicológica.

Quién me conoce sabe que soy suelto de huesos, a veces más de la cuenta, casi no secretos, y como si fuese poco son sumamente honesto en mi aula, si alguien se atreviese a preguntar a mis alumnos acerca de que me gusta y que me disgusta, dirían que amo el sushi y las salchipapas, que me gusta cocina y sobretodo comer, y que odio la impuntualidad, el tráfico y que me caen mal los niños que hacen berrinche en el supermercado. Como diría mi abuela, “todo el mundo sabe de qué pie cojeo”, así que hace un par de semanas, a punto de terminar mi clase de básico 1, mientras monitoreaba, uno de mis alumnos me llama y me pregunta: “Teacher, Conoce el Wasabi?”, y respondí: “yeah, I do”, hasta allí no advertí más que curiosidad, y luego el mismo alumno arremetió diciendo: “Deberíamos ir el último día de clase”, respondí: “Do you mean: the whole class?”, y este veinteañero más suelto de huesos que yo remató diciendo: “No, you and me…en una cita”, su invitación poco privada y sin lugar a dudas inesperada, me tomo tan de sorpresa que tartamudee un momento, y atiné a decir: “Sorry, that’s not a good idea, now if you excuse me”, y me dispuse a seguir monitoreando con una cara de cojudo al punto que el compañero de aquel muchachito osado, dijo: “Teacher, he is enamorado of you?”, asumo que me puse de todos los tonos rojos habidos y por haber, y seguí caminando hasta llegar a mi pupitre en donde me atrincheré por el resto de la clase, asumo que nunca antes había esperado con tantas ansias el que el timbre que indica el final de la clase sonase.


Mi reloj marcaba 12:15, el timbre sonaba estruendosamente y yo me marchaba del aula, con un frío y nervioso: “See you tomorrow, don’t forget to do your homework” y apresurando mi paso a refugiarme en la sala de profesores. Mientras tomaba mi desayuno, no lograba dejar de pensar en aquel incidente, y aunque me sentía palteado, parte de mi decía: “Bien jugado, todavía tienes tu jale y con un veinteañero”. He pasado tanto tiempo con la misma persona, que cosas como esta no podrían desestabilizar mi relación, tampoco se me ocurriría el aceptar una invitación de ese tipo, pero siempre es bueno el sentirse atractivo y que aun cuando has salido oficialmente del “mercado” aun te voltean a ver jeje.

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