Llegar a casa de mis
abuelos para almorzar y que mi abuelo y mi abuela abracen con un cariño inmenso
a mi gordis simplemente me llena de una felicidad extrema, sin lugar a dudas he
sido bendecido con mucho amor, el de mis abuelos, de mis padres, de mis hermanas,
hermano, tías, tíos y también de alguien especial que acompaña mi camino en
esta vida.
Poner la mesa entre
todos y degustar comida casera, una papa a la huancaína, y frejoles con seco y
su salsa de rocoto, con chicha morada y litros de vino borgoña pues es algo
cotidianamente encantador.
A veces me pregunto
cómo serían las cosas si mi familia fuese distinta, si no hubiese conocido a mi
gordis, si su familia como la mía, no hubiesen antepuesto el amor a lo socialmente
“no-ortodoxo”, y es así que hoy por hoy considero que César y yo, constituimos
una familia de a dos, aunque no legalmente reconocida, lo somos y lo seremos
siempre.
Hoy después de un
suculento almuerzo con sabores caseros, con ese toque especial que me recordó
las innumerables veces que cociné con mi madre y con mi abuela, ofrecí llevar a
mis tres terremotos (mis sobrinos: Ariana, Matías y Nicolás) a dar una vuelta y
al cine, obvio luego de pedirle permiso a mis hermanas, Nicolás desertó pues ya
había visto la película durante el feriado y además iría a visitar a su abuela
paterna, así que nos enrumbamos al cine a ver Aviones 2, pero conociendo a mis
adorados tormentos había que llevarlos antes a jugar un rato.
Compre unos tickets y
mis dos pequeños terremotos se subieron a dar una vuelta en el carrusel,
mientras César los supervisaba, fui a comprar más tickets, así nos subiríamos a
los carros chocones…regrese con los tickets en la mano y mi gordis me dijo: “Están
en su gloria”, sonreí y le dije: “espérate nomás a verlos en los carritos
chocones”.
Se termino la clásica
música del carrusel y se bajaron de las figuras petrificadas hechas de fibra de
vidrio como un relámpago. Tome a Matías de la mano y César hizo lo propio con
Ariana y nos trepamos en los carritos chocones, me encanto ver a mis sobrinos
reír sobrecogidos de emoción, y luego nos dirigimos a la granjita y alimentamos
a los patos, gansos, chivos, vaca, ovejas, burro, llama, conejos y demás
animales bajo cuasi-arresto, mientras los veíamos sonreír, reír y emocionarse
acariciando a los animales, le dije a César: “Te imaginas si tuviésemos hijos?,
este sería nuestros Domingos”, el sonrió y respondió: “Bueno tendríamos que
contratar niñera para poder dormir tarde” yo sólo sonreí, dimos una vuelta más
y nos fuimos al cine, compramos canchita y gaseosa y nos dirigimos a nuestros
asientos.
No pude dejar de
pensar en lo dicho anteriormente y es que nunca había considerado esa idea;
pero ver a César llevando de la mano a Ariana, dejando que Matías se
desparramará sobre su brazo mientras veía la película y luego al regresar a
casa cargarlo sobre sus hombros, puso imágenes locas en mi cabeza. Sin lugar a
dudas, el sería un buen padre, dormilón y perezoso, pero muy amoroso.
Ya habrá nuevas
oportunidades de que saquemos a relucir nuestro dizque instinto paterno
llevando a pasear a mis tres terremotos, convirtiendo una tarde tranquila en
una alocada aventura.
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