Here comes
the bride, here comes the bride..
Aun cuando he asistido
a incontables matrimonies, renovaciones de votos, y misas por aniversarios y
aun así sigo pensando que una novia siempre luce radiante ese día. Ese paso firme y delicado que se entrelaza con
los acordes de la marcha nupcial, esa lluvia de miradas algunas a punto de
liberar un mini-diluvio lacrimal, y ese pasadizo alfombrado que se torna eterna
y agitada a cada paso que induce el incremento del ritmo cardiaco, y el
procurar refrenar esa inquieta necesidad de tomar el bouquet con la mano
izquierda, esbozar una sonrisa millonaria y levantar la mano derecha y saludar
cual Miss en certamen de belleza.
El sábado pasado,
asistimos a un matrimonio con mi gordis, como es costumbre fuimos tomados de la
mano sentados en la parte posterior del taxi, al llegar a la catedral de lima,
la misma que yace expectante frente a la pileta de la plaza de armas de Lima,
no pude evitar el notar la luz amarillenta y cálida rebotando, mejor dicho
acariciando las paredes pulidas del palacio de gobierno, los carruajes, las
limosinas, las novias, las damas de honor, los novios, los padrinos y los
invitados, de muchos matrimonios a realizarse en una secuencia pasiblemente
meditada como cuentas de un rosario, todos ellos siendo bombardeados por
aplausos, por flashes de múltiples cámaras y por pétalos de sacrificadas rosas enredándose
en los intrincados moños que muchas de ellas decidieron ostentar ese día.
Nos detuvimos en la
puerta del templo, poco después un auto blanco, con ese estilo retro que evoca
el glamour de antaño y que queda tan bien en este tipo de ocasiones, se detuvo
y de ella salió un pie, un tobillo, una pantorrilla, luego la novia toda con un
vestido largo y blanquísimo, y un bouquet que combinaba perfectamente con un
toque de aguamarina, el color favorito de la novia, su primer paso sobre los
escalones que la llevarían hacia el altar donde estaba su futuro esposo esperándola,
fue como un ritual de reconocimiento, en el que se asienta el pie con
delicadeza pero con seguridad, los siguientes pasos vienen por si solos. No voy
a negar que verla caminar sobre la tenue roja alfombra me lleno de esa alegría
burbujeante que es difícil de explicar, y que en durante los votos esboce
sonrisas complejas, ya que muchas veces he pensado como serían los mios…anyway…la
ceremonia se desarrollo acorde a los cánones litúrgicos, y culmino con el beso
y la bendición del padre a todos los presentes. Y a pesar de las barrabasadas que
dijo el cura antes del momento cumbre de toda Misa, la Eucaristía, la
ceremonia, nos trajo esos bríos de esperanza y fe en el amor, y en esa trillada
cláusula de los cuentos de hadas: “Y vivieron felices para siempre”…que es lo
que todos le deseamos a Roxy y a Johan.
Sé que recapitular las
imágenes risueñas de una boda es una labor titánica, pero quería hacer el
intento, esto va por ti, Roxy War!!!
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