Un día como hoy, hace tres años, estaba mensajeándome con mi mamá, coordinando a qué hora irían a casa de mi madrina, yo les daría el alcance al salir de clases. Y recuerdo, llegar con camisa una manga corta, con una cara de cansancio y un calor espantoso a la siempre acogedora casa de mi madrina, recuerdo haber subido los tres tramos de escaleras, saludar a mis abuelos, mis tías, mi mamá, mis primos, y escabullirme a la cocina, donde estaba mi madrina con su cabello rizado, y su frente con perlas brillantes por el estupor de la estufa encendida. Mijo, viniste, exclamo con su voz que aún resuena en mi mente y su sonrisa dulce. Claro conteste. Ya me alisto y salgo, replicó. Ya, ahora sí espero afuera, le respondí. Al poco rato salía más fresca a conversar con todos los que habíamos caído como paracaidista a celebrar su cumpleaños. Luego se servía la comida, y podían ver en los ojos de todos los asistentes, que sería simplemente un manjar, y es que no hay mejor comida que la que
Escribiendo lo que pienso, lo que hice y lo que hago!