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Al Maestro con cariño...un abrazo virtual en tiempos de pandemia.

De un día a otro el mundo cambio, se nos pidió quedarnos en casa, no regresar a nuestro centro de trabajo hasta nuevo aviso. Dejando nuestras cartucheras, material extra y los libros almacenados en nuestros lockers, las tazas de café apiladas cerca a la maquina de café, pero sobre todo la razón de nuestro día a día, nuestras clases, nuestros alumnos.

De un día al otro cambio, eso implicaba que cambiásemos con él, adoptando nuevas estrategias, suplementando recursos y aprendiendo nuevas herramientas.

De un día al otro el mundo que conocíamos cambio, los pequeños breaks para intercambiar una sonrisa o una broma, mientras cambiábamos de libro, para emprender el paso y llegar al  aula con el timbre que nos daba jaqueca, para hacer lo que considerábamos parte de nuestra vida diaria, estar frente a un grupo de alumnos, algunos prestos a aprender, otros que requerían de mayor motivación para lograrlo…todo eso acabo con un mensaje a la nación que hizo eco en el mail institucional.

De un día a otro, tuvimos que aprender a estar largas horas sentados frente a la pantalla de luz fría pero hiriente de nuestras laptops/computadoras, tuvimos en muchos casos que duplicar y hasta triplicar esfuerzos para adquirir equipos más modernos, un internet más veloz, rehacer presupuestos de consumo de luz para seguir haciendo lo nuestro: Enseñar.

De un día al otro, cambiamos el contacto humano por la interacción de video conferencia, haciendo nuestro mayor esfuerzo para que nuestros alumnos no sólo aprendieran, sino que no sintiesen que estaban hablando con una pantalla.

De un día a otro tuvimos que digitalizar la imagen de profesor a la que tanto ellos como nosotros conocíamos. Y créanme que ha sido un reto, uno titánico, para muchos. Pero como todo reto cuyo objetivo es el educar, lo enfrentamos con una sonrisa ocultando nuestra frustración producto de las fallas técnicas, nuestras ojeras tras largas horas de adaptar nuestras clases y otras tantas dedicadas a corregir tareas y exámenes. Además de los mails a horas inadecuadas, los miles de reajustes metodológicas y procedimentales. Un reto que hoy podemos decir que no nos venció, sino que nos hizo más fuertes y demostró lo importante que es nuestro trabajo.

Ciertamente, de un día para otro todo cambio, un día peleábamos con el control nuevo de los proyectores y al siguiente creábamos presentaciones en power point animadas y fichas interactivas. ¿Pero cómo se logró? Pues con trabajo duro, con menos horas de sueño, robándole tiempo y espacio a nuestras familias para adaptar un área adecuada para dictar clases, aun revelando la intimidad de nuestros hogares, cediendo derechos de autor del material que nos costo preparar, recluyendo a nuestras familias en silencio durante la duración de nuestras clases y aguantando las constantes quejas y/o reclamos de personas que nunca han tenido el valor, ni el honor de pararse en frente de un grupo de alumnos y ser no solo la fuente de tema específico, sino también el encargado de inspirar.

Hoy más que nunca, rindo un pequeño, pero muy sentido homenaje a los profesores de quien aprendí tanto, a mis colegas con los que todo este transito ha sido más llevadero y en especial a mis tías, a mi hermana y a mi suegra pues ellas siempre fueron y serán mi modelo de lo que es dedicación, vocación y servicio.

Hoy me pongo de pie y aplaudo el esfuerzo de todos y cada uno de los profesores de mente, corazón y alma. Hoy los aplaudo a la distancia, pero con el afecto de siempre. A todos ustedes, sigan siendo esa fuerza indomable que transforma el mundo, sigan siendo esa luz que guía, sigan siendo esa sonrisa que reconforta, sigan esforzándose, pues ahora más nunca, nuestros alumnos nos necesitan…así que sigan siendo: ¡¡¡MAESTROS!!!

¡Feliz Día!

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