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Mostrando entradas de enero, 2019

Tamalitos verdes

Un día como hoy, hace tres años, estaba mensajeándome con mi mamá, coordinando a qué hora irían a casa de mi madrina, yo les daría el alcance al salir de clases. Y recuerdo, llegar con camisa una manga corta, con una cara de cansancio y un calor espantoso a la siempre acogedora casa de mi madrina, recuerdo haber subido los tres tramos de escaleras, saludar a mis abuelos, mis tías, mi mamá, mis primos, y escabullirme a la cocina, donde estaba mi madrina con su cabello rizado, y su frente con perlas brillantes por el estupor de la estufa encendida.   Mijo, viniste, exclamo con su voz que aún resuena en mi mente y su sonrisa dulce. Claro conteste. Ya me alisto y salgo, replicó. Ya, ahora sí espero afuera, le respondí.  Al poco rato salía más fresca a conversar con todos los que habíamos caído como paracaidista a celebrar su cumpleaños. Luego se servía la comida, y podían ver en los ojos de todos los asistentes, que sería simplemente un manjar, y es que no hay mejor comida que la que

Depresion

Hace unos días encontré una imagen en la red que comenzaba así. Y quizás tenga razón, sentirse triste y melancólico, vacío y apático por algo que sentimos que nos falta, no es acaso estar, de cierto modo, estancado en el pasado. Y si eso es así, pues me he quedado estancado en el pasado, añorando todo lo que he perdido hasta la fecha, mi abuela Chela, mi tía abuela Dominga, mi abuela Benita y mi madrina Trini, y en algún momento me perdí a mi mismo. Y ustedes, dirán Juat?! Pero si tú ya eras un perdido! Sorry, with excuse…well, quizás un poquito. Pero sí, me perdí a mi mismo y me extraño. Extraño las cosas sencillas de la vida…el poder despertarme descansado sin la boca seca y amarga, sin esa sensación de resaca medicamentosa, levantarme sin tener que comprobar si mis piernas y brazos no están entumecidos y me vaya a sacar la mierda al pararme, el poder ducharme sin que el agua me duela en la piel, el poder ponerme las medias sin que mi espalda se sienta quebrada como plato vidrio

Decisiones

Decisiones (Ave María), cada día (Si señor). Alguien pierde, alguien gana ¡Ave María! Decisiones, todo cuesta. Salgan y hagan sus apuestas, ¡Ciudadanía! (Ruben Blades) Vivimos diariamente lidiando con stress, con el tráfico, con las cosas inesperadas del mundo. Y vivimos pendientes de tomar la mejor decisión a cada momento puesto que sabemos que debemos de vivir con los resultados de cada una de nuestras decisiones. Así que día con día optamos por lo que consideramos mejor, por una buena o mala alimentación, por hacer ejercicio o que nos valga madre las recomendaciones médicas, por resolver o no conflictos emocionales y/o familiares, por seguir con nuestra pareja o no, por conciliar suficiente sueño o hacernos los bacanes y desvelarnos hasta que el cuerpo pide chepa. Pero qué hay de aquellas decisiones en las que no tenemos ni voz ni voto, como por ejemplo nuestra propia concepción, no importa si fuimos el producto de un metódico plan de paternidad responsable o un chiripazo.